Hace unos días, ordenando la habitación que nos sirve como "despacho", tropecé con un libro en el que hace tiempo no reparaba: "El ciudadano".
Reflexionando sobre la España que infortunadamente me ha tocado vivir, las páginas de este libro serenaron mi espíritu inquieto.
Don Ángel Bueno- autor de esta pequeña joya- principia el manuscrito con una sentida y agradecida dedicatoria a sus difuntos padres, dedicatoria que, además, me trajo el dulce y tierno recuerdo de mi madre fallecida.
"A la para mi bendecida memoria de los amadísimos padres, que fundamentaron en mi alma los sentimientos Cristianos, Patrióticos y Humanitarios, dedico esta edición de El Ciudadano"
Madrid, 3 de octubre de 1904
Después de releer con mimo y provecho el tratado, decidí compartir sus juicios, sugerencias y exhortaciones.
Reflexionando sobre la España que infortunadamente me ha tocado vivir, las páginas de este libro serenaron mi espíritu inquieto.
Don Ángel Bueno- autor de esta pequeña joya- principia el manuscrito con una sentida y agradecida dedicatoria a sus difuntos padres, dedicatoria que, además, me trajo el dulce y tierno recuerdo de mi madre fallecida.
"A la para mi bendecida memoria de los amadísimos padres, que fundamentaron en mi alma los sentimientos Cristianos, Patrióticos y Humanitarios, dedico esta edición de El Ciudadano"
Madrid, 3 de octubre de 1904
Después de releer con mimo y provecho el tratado, decidí compartir sus juicios, sugerencias y exhortaciones.
"La sociedad en que nacimos, este gran conjunto de pueblos de la misma raza, hablando el propio idioma, sometidos a la misma autoridad, es la Patria…"
Emilín, el niño al que ilustra y guía, tras el discurso del maestro responde:
"supongo que empezará por explicarme bien lo que es Patria; pues aunque tengo ya la idea general de ello, me gustará que la desarrolle para yo engrandecerla más en mi inteligencia y fijarla mejor en mi memoria… además, pienso yo que la amaré más cuanto mejor la conozca; ¿verdad? Lo mismo que sucede con Dios y con todo lo bueno; que se le ama más cuanto más se le conoce"
Tras la petición y reflexión del niño, el maestro continúa:
"La patria es madre muy grande, con millones de hijos que velan por ella y la defienden y engrandecen; y al mismo tiempo, cada ciudadano se encuentra protegido por tan buena madre común que tiene por hijos a todos los nacidos en sus dominios, sin distinción alguna. Como nos arrullaba en la cuna con sus dulces cantos la santa mujer que nos dio el ser, así la Patria enardece a sus hijos con cantos de gloria, de heroísmo, mientras vela para que nadie les haga mal, amparándoles y sosteniéndoles con los variadísimos productos de la naturaleza de su suelo y del ingenio y el trabajo común de los ciudadanos; con los esfuerzos de su razón, de su discurso. Se sacrifica por su bienestar y comodidades, por su progreso, por su civilización, recompensando a cada cual según sus merecimientos, y facilitándoles al camino del triunfo, de la gloria, del honor…¡les sonríe y alienta, les modela el corazón y la cabeza para que piensen en Dios y le amen, para que sean buenos, virtuosos, ilustrados, inteligentes, pensadores. ¡Bendita, bendita la madre que nos dio el ser, y la Patria que nos le conserva y fortifica! ¡No hay mayor desgracia, que verse privado de madre o de Patria!"
Emocionado y conmovido, el pequeño descarga sus bellos sentimientos:
"¡Benditas sean, maestro mío! ¡Viva España!... Yo, para saber amar bien a la nación en que tuve la dicha de nacer, quisiera conocer la historia de cuantos hechos gloriosos realizó, no sólo en lo militar, sino en lo científico, en lo artístico, industrial, etc. etc."
El maestro responde:
"¡Tienes buen pensamiento en eso!: porque si los ejércitos españoles fueron siempre respetados y temidos, y supieron conquistar con sus victorias corona gloriosa de siemprevivas para la Patria, también sus artistas, sus literatos, sus sabios, sus industriales, realizaron obras que han sido, son y serán asombro de los siglos y las naciones. Y todos esos grandes hijos, con sus invenciones, sus obras, sus famosos hechos, abrillantan más y más el nombre de España, puesto muy alto en los dominios de la civilización y el progreso. Y esta gloria pacífica de la Ciencia, el Arte, el Ingenio… es más digna, más noble, más respetable aún que la de las armas. Además, pocos pueblos pueden ostentar más pura y grandiosa tal gloria pacífica; pocos podrán citar entre sus hijos tantos nombres ilustres de todas clases; pocos podrán ofrecer al mundo tantos verdaderos monumentos de arte, como España"
Tras instruir a Emilín sobre la virtud de la ecuanimidad y la justicia, prosigue:
"Así como nos sentimos atraídos fuertemente hacia el pariente que brilla por sus geniales obras, así también debemos distinguir en el corazón a los compatriotas que honraron más la Patria, que más se sacrificaron por ella… La Patria, vivienda de nuestros mayores, defendida y mejorada por ellos; por ellos que encontraron después la tumba en el objeto de sus amorosas atenciones. De modo es que cuantos pasos damos, los damos sobre terreno sagrado que encierra los restos de una actividad noble y honrosa, el recuerdo de terribles sufrimientos, el riego de lágrimas y sudores mortales; porque para realizar nuestros antepasados tan larguísima obra, para procurarnos por ella la libertad, el progreso, la vida cómoda y civilizada que hoy disfrutamos, tuvieron que luchar continuamente contra invasores tiranos y traicioneros; tuvieron que sufrir privaciones y penalidades de todo género, ingratitudes, desaires y desprecios; toda clase de desprecios; toda clase de miserias, en fin; ¡que lágrimas y sangre sirvieron de cimiento al monumento grandioso de la Patria!" Y a todas las generaciones debemos igual estimación, porque la Patria es el conjunto de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, hasta los hombres que la fundaron"
Emilín, en su candidez, pregunta:
" ¿De modo que los antiguos… deben ser queridos y respetados por nosotros?"
A lo que el maestro responde:
"¿Quién lo duda? ¡Mucho!"
Emocionado y conmovido, el pequeño descarga sus bellos sentimientos:
"¡Benditas sean, maestro mío! ¡Viva España!... Yo, para saber amar bien a la nación en que tuve la dicha de nacer, quisiera conocer la historia de cuantos hechos gloriosos realizó, no sólo en lo militar, sino en lo científico, en lo artístico, industrial, etc. etc."
El maestro responde:
"¡Tienes buen pensamiento en eso!: porque si los ejércitos españoles fueron siempre respetados y temidos, y supieron conquistar con sus victorias corona gloriosa de siemprevivas para la Patria, también sus artistas, sus literatos, sus sabios, sus industriales, realizaron obras que han sido, son y serán asombro de los siglos y las naciones. Y todos esos grandes hijos, con sus invenciones, sus obras, sus famosos hechos, abrillantan más y más el nombre de España, puesto muy alto en los dominios de la civilización y el progreso. Y esta gloria pacífica de la Ciencia, el Arte, el Ingenio… es más digna, más noble, más respetable aún que la de las armas. Además, pocos pueblos pueden ostentar más pura y grandiosa tal gloria pacífica; pocos podrán citar entre sus hijos tantos nombres ilustres de todas clases; pocos podrán ofrecer al mundo tantos verdaderos monumentos de arte, como España"
Tras instruir a Emilín sobre la virtud de la ecuanimidad y la justicia, prosigue:
"Así como nos sentimos atraídos fuertemente hacia el pariente que brilla por sus geniales obras, así también debemos distinguir en el corazón a los compatriotas que honraron más la Patria, que más se sacrificaron por ella… La Patria, vivienda de nuestros mayores, defendida y mejorada por ellos; por ellos que encontraron después la tumba en el objeto de sus amorosas atenciones. De modo es que cuantos pasos damos, los damos sobre terreno sagrado que encierra los restos de una actividad noble y honrosa, el recuerdo de terribles sufrimientos, el riego de lágrimas y sudores mortales; porque para realizar nuestros antepasados tan larguísima obra, para procurarnos por ella la libertad, el progreso, la vida cómoda y civilizada que hoy disfrutamos, tuvieron que luchar continuamente contra invasores tiranos y traicioneros; tuvieron que sufrir privaciones y penalidades de todo género, ingratitudes, desaires y desprecios; toda clase de desprecios; toda clase de miserias, en fin; ¡que lágrimas y sangre sirvieron de cimiento al monumento grandioso de la Patria!" Y a todas las generaciones debemos igual estimación, porque la Patria es el conjunto de nuestros padres, abuelos, bisabuelos, hasta los hombres que la fundaron"
Emilín, en su candidez, pregunta:
" ¿De modo que los antiguos… deben ser queridos y respetados por nosotros?"
A lo que el maestro responde:
"¿Quién lo duda? ¡Mucho!"
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