martes, 11 de diciembre de 2012

Hace cuarenta años...


Es uno de los recuerdos más entrañables de mi niñez, de una niñez feliz y dichosa. Cada sobremesa del sábado se convertía en una maravillosa aventura. Esperaba, con verdadera ansiedad, que Koji se subiera al robot para iniciar las extraordinarias batallas que disputaba frente a los engendros mecánicos del doctor Infierno.  La ilusión se apoderaba de mis juegos, la fantasía sobrevolaba el teatral cosmos en el que se convertía el cuarto de estar de la casa. Mazinger Z y el barón Ashler se convirtieron, durante algún tiempo, en los mejores compañeros de un niño feliz.

miércoles, 5 de diciembre de 2012

27 de febrero de 1828

Tras la lectura del memorial sobre "el lamentable estado del real Tesoro", el Consejo de Ministros propuso "las más mayores reducciones posibles e imaginables en todos los ramos de la Administración"

Actas del Consejo de Ministros. Fernando VII, tomo III (1828), Marid, 1990, consejo del 27 de febrero de 1828

viernes, 30 de noviembre de 2012

Gaspar era un joven escudero criado en casa de don Sancho Chacón, gentilhombre de la ciudad y regidor perpetuo de ella. Gaspar era alto y delgado; de pelo castaño, liso y fino; de suaves facciones y rostro armonioso. Era un joven activo, esforzado y dispuesto a cumplir lo que su señor ordenara.
Pero su espíritu escondía un joven indómito y agitado. Un aventurero en un mundo por descubrir. Un explorador en busca de audaces y arrojadas hazañas. Cada tarde, cuando el sol desfiguraba su refulgente rostro, se acercaba a la biblioteca de la casa, examinaba con ojos ávidos los anaqueles repletos de libros y consumía, con voracidad extrema, cada una de las páginas que los componían.
Gaspar perseveró en su deseo de conocimiento, descendió al mundo secreto de las prensas y…
Ahora, rayana la muerte, cuando arriban a mis oídos los logros de aquel joven, recuerdo los primeros libros con los que le agasajé…

jueves, 8 de noviembre de 2012

Nunca aparece...

"Nunca aparece el cielo tan puro y sereno, como después que las pardas nubes han oscurecido por algunos días el horizonte. Jamás es tan dulce el reposo, como después de la enojosa fatiga, y tras la tempestuosa borrasca, es cuando el navegante conoce más bien todo el precio de la apacible calma"

Costa de Asturias





Cabo de Peñas




Playa de las Catedrales



martes, 30 de octubre de 2012

450 Aniversario de la Fundación de san Jose de Ávila

Monasterio de San José de Ávila
Hace poco más de dos meses se cumplió el 450 aniversario de la primera fundación de Santa Teresa de Jesús: el Monasterio de San José de  la ciudad de Ávila.


Se trató, según Andrés Revesz, de la realización de un “sueño que viene de Divina intención”. La noche de San Bartolomé (24 de agosto) de 1562 “fue entronizado el Santísimo Sacramento en la humilde capilla, y al día siguiente recibieron el hábito cuatro doncellas (Úrsula de los Santos, Antonia del Espíritu Santo, María de la Cruz y María de San José), las primeras cuatro carmelitas reformadas españolas”. La santa abulense fue, desde ese momento, “Teresa de Jesús. En la Historia, en el Santoral y en la Vida”.

Don Juan Dávila, primer capellán que tuvo la comunidad, describe así el monasterio: “Y entrando que entró en la portería, junto a ella estaba una reja de palo, muy cerca de la verja estaba el altar, aunque con decencia, pero con harta pobreza y estrechura, porque la portería y coro, donde el Santísimo estaba, no me parece a mí que habría arriba de diez pasos. Representaba bien el portalico de Belén. Al lado de la portería y coro, casi junto al altar, estaba otra rejica de palo, que hacía el coro de las monjas. Estaba todo junto, que casi no había pasos para ir de una parte a la otra”

REVESZ, A. Santa Teresa de Jesús. Plasencia, 1943, p. 75-76.

Santa Teresa vivió cinco años en el Monasterio de San José (1562-1567), siendo años que “a lo que ahora entiendo, me parece serán los más descansados de mi vida, cuyo sosiego y quietud echa harto menos muchas veces mi alma”.

JESÚS, T. de.  Libro de las Fundaciones, Cap. 1,1.

Con el tiempo, el Monasterio de San José fue embellecido en su estructura externa, además de enriquecerse con generosas y espléndidas donaciones. Pocos años después de morir la fundadora, el 31 de octubre de 1594, Pedro Hernández, platero, y Nicolás Meléndez, su fiador, se obligaron a hacer para la capilla de San Pablo, sita en dicho monasterio, diversos objetos litúrgicos: 
 
     1. Un cáliz de plata de tres marcos y media onza de peso.
     2. Una cruz de altar de plata de tres marcos y una onza de peso.
     3. Unas vinajeras de plata, con su platillo, de tres marcos y media onza de peso.
     4. Unos candeleros de plata de cuatro marcos y dos onzas de peso.
       (Marco: Peso de media libra, o 230 g, que se usaba para el oro y la plata. El del oro se dividía en 50 castellanos, y el de la plata en 8 onzas.)

     “Todo lo cual ha de ser liso y torneado, sin labor alguna”.


El coste de los objetos fue:
      1.  Setenta reales el cáliz. Si fuere todo dorado se le entregarían ocho ducados y el oro necesario.
      2. Setenta reales por la cruz. Si fuere dorada ocho ducados.
      3. Seis ducados por los candeleros.
      4. Siete ducados por las vinajeras y el platillo. Si se dorare algo se le entregarían ocho ducados.

Las condiciones de pago fueron las siguientes: “el peso de lo cual se nos ha de dar y entregar luego y como fuéremos comenzando y al tiempo que comenzáremos la dicha obra, y lo que fuere hechura como se acabare de labrar se ha de pagar”.

El platero se obligó a tener finalizados los objetos litúrgicos “desde el día que nos fuere dado y entregado el peso de la dicha obra y el oro que para ella fuere menester,  dentro de tres meses primeros siguientes de cómo así nos fuere dado y entregado daremos hecha y acabada la dicha obra y puesta en perfección”. En caso de no cumplir lo firmado, don Francisco de Mena, mayordomo de la capilla de San Pablo, podía “tomar oficiales, oro y plata, materiales y lo demás que fuere necesario”, a costa de Pedro Hernández y su fiador.

lunes, 1 de octubre de 2012

EL TIEMPO ENTREGÓ A LA MUERTE AL IMPÍO, Y EL QUE ABORRECIÓ A LOS JUSTOS SERÁ CONDENADO.
 

jueves, 9 de agosto de 2012

¡Pobre España!

Brama la patria un rugido lastimero...

Ya lo advirtieron nuestros clásicos:

"Los que desean elevarse a grande altura sin reparar en los medios, no suelen encontrar la felicidad que apetecen. Si se arrojan a grandes crímenes conspirando contra la seguridad del Estado, en vez de conseguir su objeto labran su propia ruina... Los hombres que quieren medrar trastornando el orden público, están condenados a incesantes emigraciones, y muchos acaban por perecer... Hay ambiciosos que se alimentan de intrigas y bajezas, que no tienen el arrojo necesario para el crimen, y que, por consiguiente, pueden medrar sin grandes riesgos para la seguridad personal... ¿Quién es capaz de contar los sinsabores, los pesares, las humillaciones vergonzosas que han debido sufrir para llegar al colmo de sus deseos"
Jaime Balmes en sus Cartas a un escéptico

Además... COBARDE, vende a sus serviles vasallos: "Sánchez Gordillo ha reiterado que no cometió ningún delito porque no pisó el supermercado y se limitó a realizar "maniobras de distracción" para que otros sindicalistas pudieran llevarse alimentos básicos del supermercado"
ELMUNDO.es, 8 de agosto de 2012

Don Diego Saavedra Fajardo, en sus Empresas políticas, ya advirtió que los hombres viciados por la malicia: "se juzgan finos en la amistad y no la saben guardar"


martes, 19 de junio de 2012

"Con inmudicias", Avila en 1597

Ávila en el año 1570, grabado de Anton Van den Wyngaerde
Un problema sempiterno desde finales del siglo XVI fue la ausencia de higiene en las plazas y calles de la ciudad. Las calles, cosos y callejuelas abulenses estaban sucias e invadidas por basura, despojos y desperdicios varios. La propia documentación señala que estaban “con inmudicias”. El Concejo informa que hay basura por “no linpiarse como convenía”. Aunque la justicia ponía pena a los vecinos que ensuciaban calles y plazas, según los propios funcionarios municipales “no aprovechava”. De hecho, la documentación especifica que “se habían hecho y hacían dentro de la ciudad muchos muladares”, confirmando la evidente insalubridad de calles y plazas.
Por tanto, se hizo necesario poner remedio a una circunstancia de la que podía resultar “corución y peste”. Para prevenir este posible daño, la Ciudad acordó solicitar al Consejo Real, diese licencia y facultad para contratar una persona que “anduviese con un carro y mulas y limpiase las dichas plazas y calles y otras partes públicas”.
El Consejo Real, estudiada la petición de la Ciudad y otros informes enviados por don Jerónimo Piñán de Zúñiga, corregidor de la ciudad de Ávila, accedió a otorgar la licencia para dicho efecto por tiempo y espacio de cuatro años, “os damos licencia y facultad para que, por tiempo de quatro años cumplidos, que corren y se quenten desde el día de la data della”, y  una asignación anual de 50.000 maravedises.
Además, La Ciudad, al no tener propios con que pagar al bracero, requirió poder echar sisa en los mantenimientos que en la ciudad se vendieren por menudo. El Consejo concedió su licencia con la condición de que “no sea en el pan cocido”. Sacados los dineros, la Ciudad debía depositarlos en poder del mayordomo de la ciudad, o de otra persona vecina de ella, que fuera “lega, llana y avonada”, para que pagara al peón por la limpieza de la ciudad. Además, el mayordomo debía tener “libro, quenta y rraçón de los mrs que entraren en su poder y procedieren de las dha sissa”. El Consejo también advirtió a la Ciudad que no se excedieran de la cantidad fijada y que cumplidos los cuatro años acordados “no las echéis más”.
Madrid, 9 de mayo de 1597. Firmado por Cristóbal Núñez de León, escribano de la Cámara. Se ha mantenido la grafía original.

lunes, 11 de junio de 2012

Instruccion de 8 de agosto de 1619: Instrucciones 1 a 4

Instrucción 1: “Que se haga visita general y examen en un mismo día, que será el que se acordare y señalare, de todos los que mendigan; y a los que pareciere que tienen necesidad o causa bastante de pedir limosna se les dé licencia por escrito, poniendo en ella nombre propio y apelativo, naturaleza, edad y señas de su persona, y si es soltero o casado y qué hijos tiene con las edades y señas de ellos. Que esta licencia sea limitada por un año, que comience desde Pascua de Resurrección hasta la siguiente”.
Instrucción 2: “A los que no vinieren a este examen o que en él parezca que no tienen causa legítima de mendigar, se mandará que no lo hagan, so pena que pasados treinta días serán condenados, por la primera vez, en que sirvan en las obras públicas de los mismos albergues de los lugares donde fueren hallados y, por la segunda, serán castigados por vagabundos”.
Instrucción 3: “Que a los que se diere licencia para mendigar, para que puedan usar de ella y traigan, se les ponga un rosario enhilado en alguna cadenilla o hilo de hierro fuerte donde corran las cuentas. Y al cabo, traerán una insignia vaciada de metal con una imagen de Nuestra Señora del Misterio de la Encarnación, de la una parte, y, de la otra, las armas de la ciudad o villa donde el pobre hubiese sido examinado. Y ha de asistir siendo esta señal del rosario muy decente y honrosa, devota y de ninguna nota”.
Instrucción 4: “Que para estos pobres se busque y haya una casa o albergue con capilla en ella en parte competente, en que todos puedan oír misa. Y sea la casa de patio y sitio espacioso, con piezas largas para dormitorios y portales alrededor. Y en los dormitorios habrá lámparas encendidas toda la noche y camas que solamente tengan jergones de paja o heno, y una manta grosera en cada una, pues han de servir, para que los que ahora duermen por las calles y portales se recojan allí. Y esta casa se procure que sea conforme a la calidad del lugar, tomando para ello algún hospital de los reducidos, reedificándole o de la manera que pareciere, de suerte que tenga la menos costa que fuere posible”.

viernes, 8 de junio de 2012

Instrucción de 8 de agosto de 1619

La pobreza fue un mal generalizado durante los primeros años del siglo XVII. De hecho, las leyes del Reino proveían lo que convenía hacer para evitar que hubiera tantos vagabundos pululando por las calles y plazas de las villas y ciudades de Castilla.

Además, el engaño se extendió entre los vecinos de las ciudades castellanas y numerosos lugareños se hicieron pasar por vagabundos. Las disposiciones gubernativas disponían que se castigara “con rigor” a los vagabundos y pobres fingidos. Se mandaba castigar a aquellos vecinos que teniendo salud y fuerzas para trabajar y sustentarse por sí mismos, no lo quisieran hacer.
Los vagabundos fingidos usurpaban la limosna a los pobres verdaderos, por lo que éstos padecían incontables necesidades y recibían otros enormes daños e inconvenientes.
Pero la situación se fue agravando cada año, por lo que el Consejo Real trató dicha materia con la “atención y cuidado que conviene”. La decisión del Consejo fue enviar una instrucción (8 de agosto de 1619), firmada por don Hernando de Vallejo, escribano de la Cámara de Su Majestad, a la ciudad abulense, en la que se ordenaba, entre otras cosas, elaborar un registro de pobres, distinguiendo los pobres verdaderos de los pobres fingidos; entregar una señal y licencia a los pobres verdaderos, para que pudieran pedir limosna; prohibir la mendicidad de niños y muchachos de poca edad, y recoger a dichos niños y muchachos donde mejor pareciera a las autoridades municipales, para enseñarles doctrina cristiana y un oficio con el que de mayores se pudieran valer.
Manuel de Montoliú señalaba: “La plaga de los vagabundos llegó a adquirir proporciones catastróficas. Un autor contemporáneo los calcula en 150.000, cifra considerable si se atiende a la escasa población de España. Los vagabundos se reclutaban entre los mendigos profesionales o fingidos…”.
De hecho, la picaresca relativa a este asunto no era un tema reciente ni original, ya en las Cortes de Toledo de 1559 leemos: “Otrosí decimos que una de las cosas que causa haber tantos ladrones en España, es igualmente disimular con tantos vagabundos… y son gente sin servir a nadie y sin tener hacienda, oficio ni beneficio, y, sacado en limpio, unos se sustentan de ser fulleros y traer muchas maneras de engaños, y otros de jugar mal con naipes y dados y otros de hurtar… y lo que se hurta en unos pueblos se lleva a vender a otros y muchos se sustentan de ser rufianes”.
Lo que se confirma es la miseria que reinaba en Castilla: “Se ha visto los padres haber traído sus pobres y pequeños hijos de ambos sexos y dejándolos en las puertas de Sevilla o en las de algunas casas particulares. Lo mismo hacen algunos padres vecinos de esta ciudad que, olvidando el nativo y paternal cariño, abandonan los suyos, dejándolos en la contingencia de no volverlos a ver más, desnudos en la injuria y rigor del tiempo, hambrientos y pidiendo limosna y obligados a recogerse de noche en las huertas, los solares o el zaguán de las casas, si se lo permiten”.
MONTOLIÚ, Manuel de. El alma de España y sus reflejos en la literatura del Siglo de Oro. Barcelona, 1942, p. 291-295.

miércoles, 6 de junio de 2012

Reparaciones en la cárcel de Ávila (1615)

La ciudad de Ávila, como ya he comentado en otras ocasiones, sufrió una grave crisis durante el siglo XVII. La crisis se produjo en todos las aspectos de la vida de la ciudad: demográfico, económico, urbanístico, social…
El concejo abulense, reunido el 17 de octubre de 1615, trató sobre la “poca seguridad que hay en la cárcel real de esta ciudad”, tanto por estar arruinada por algunas partes, como por no tener fianzas para “que se ponga al recaudo que convenga “.   
Ante esta difícil situación, el Concejo acordó solicitar al alcalde mayor de la ciudad que para reparar los desperfectos “saque de poder del depositario de la Tierra de Ávila los maravedises que fueren necesarios”. La costumbre era que los gastos generados por reparaciones u obras que se efectuaban en la cárcel, fueran sufragados por la Tierra de Ávila.
Fuente: Archivo Histórico Provincial de Ávila, Sección Ayuntamiento, Actas Consistoriales, Año 1615, Folio 360.

martes, 22 de mayo de 2012

Una losa con unas letras

El otoño apareció aquella tarde

Entre la espesa y blanca niebla

De un corazón perdido.

No hubo halago,

No hubo alivio,

Sólo la obligada expiación.

Aturdió las inmundas calles

El silencio del mullidor,

El zumbo no repicó.

Sólo el sombrío vientre,

Un cuarterón de cera vieja

Y el sermón del predicador.

Una losa con unas letras:

Duerma en paz,

Despierte en el Señor.

Una losa con unas letras, del poemario Lágrima Negra de José Manuel Mariscal


Wroclaw (Polonia)

martes, 15 de mayo de 2012

Ahora más innecesarios que nunca


La situación laboral y social por la que está transitando España obliga al actual gobierno a tomar medidas enérgicas. Sin duda, atajar el poder y la prepotencia de los sindicatos, eliminar sus añejos, arbitrarios e injustificables privilegios, debe ser la primera, fundamental e inexcusable medida que el actual gobierno debe adoptar.
“Las huelgas muestran que por lo menos la dirección se muestra firme ante unas exigencias irrazonables… La ausencia de huelgas puede indicar una conspiración tácita entre la dirección y los obreros para no hacer nada nuevo, para ceder de inmediato a todas las reivindicaciones salariales, y en general para preservar un clima amigable de ineficacia”

David Howell, político inglés del Partido Conservador, director del Centro Político Conservador.

jueves, 26 de abril de 2012

La Ciudad Sentida (Junto a San Pedro)

“la inclinación por la lectura y la compilación de libros la heredé de mi padre, que poseía una notable y soberbia biblioteca”, explicaba orgulloso don Jerónimo. “Mis gustos son diversos, pero los tratados sobre armas y esgrima ocupan un lugar destacado entre los anaqueles de la biblioteca. Además, mi colección de armas es extensa y valiosa. No sólo poseo armas españolas, desde hace años reúno armas de países remotos”. En unos momentos, don Jerónimo enumeró tratados desconocidos para todos los allí presentes y armas jamás escuchadas en aquella hermosa y concurrida sala. Su verbo era fácil y el entusiasmo con el que hablaba cautivaba a damas y caballeros que, poco a poco, se habían ido arrimando al grupo congregado alrededor de don Jerónimo. La señora de la casa miraba ensimismada cada movimiento del engreído noble, mientras daba buena cuenta de una suculenta taza de chocolate bien espeso y caliente.
En la plaza las fanfarrias sonaron y con paso noble y caballeresco apareció la procesión de gentileshombres, nobles y religiosos que iban a rememorar el hecho por el que el monarca, recién coronado, juraba mantener los privilegios y derechos de la ciudad, mientras que la urbe le prometía lealtad perpetua.
Todos los asistentes fueron a los balcones a presenciar la hermosa y fatua parada. Don Jerónimo, ensimismado en su propia vanidad, respondía solícito a los requerimientos de damas y caballeros que preguntaban por tal o cual caballero, dignidad eclesiástica o funcionario real. Junto a don Jerónimo estaba la señora de la casa y el joven Bernáldez, más atento a las conversaciones que a su alrededor se desarrollaban, que al bello espectáculo que se desarrollaba en la plaza.
Juan de Lozoya y Antonio de Andía, hastiados de tanta ostentación y afectación, abandonaron la reunión y se dirigieron, con paso lento y cadencioso, hacía el fondo del salón, donde la esclava de los dueños de la casa había dejado sus gabanes. Recogidas las prendas de abrigo, descendieron las escaleras y salieron a la calle. Allí, no lejos de la entrada de la casa, observaron como la esclava de los Müller hablaba con un joven negro. La joven y hermosa muchacha no dejaba de hacer aspavientos, mientras el joven parecía recriminarle algo. Alrededor de ambos jóvenes se había arremolinado un grupo de curiosos que seguían la riña entre risas y comentarios hirientes. Pasados unos minutos la riña acabó, la esclava se alejó entre lágrimas y el jovenzuelo abandonó la plaza entre juramentos y amenazas.

miércoles, 18 de abril de 2012

Miniatura I (19 de abril de 1590)

El Jueves Santo de 1590, después del sermón y del evangelio, celebrado en el coro de la catedral de Ávila, se juntaron en la capilla de San Bernabé los miembros del cabildo catedralicio, y por estar “indispuesto y con poca salud su señoría, el obispo, para lavar a los pobres, como suele en semejantes días”, don Diego de Bracamonte, deán de la catedral abulense, “lavó las manos a todos los beneficiados y prebendados de la dicha iglesia, que presentes estaban”. Celebrado el lavatorio y comenzando por el propio don Diego “todos, por su orden y antigüedad, se pidieron perdón unos a otros”, como lo tenían por “uso y costumbre en semejantes días”.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Muerte de don Juan de la Cruz

Don Juan murió el 8 de diciembre de 1660, por lo que la herida de arma blanca que sufrió no fue la causante inmediata de su muerte.

Fue enterrado en la iglesia de San Juan de la ciudad de Ávila. El cortejo que acompañó el cadáver de don Juan hasta la iglesia estuvo compuesto por las cofradías de la Veracruz, la de Nuestra Señora de las Angustias, la Nuestra Señora del Rosario y la de las Ánimas del Purgatorio. El día del entierro se celebraron dos misas cantadas por su alma, mientras que al día siguiente se celebraron las honras.

miércoles, 7 de marzo de 2012

Pendencia

"La enfermedad que tengo resultó de q estando debajo de los portales de el Mercado Grande de esta ciud, en los beinte y dos días de el mes de mayo de este presente año de cinquenta, entre las nuebe y las diez horas de la noche, en compañía de Franco Rodríguez, notario de la Audiencia Episcopal de esta dha ciud, y Juan de Tapia, procurador del número de ella, tratando de el pleito de una capellanía y de otras cosas, estaban en los mesmos portales passeándose dos perssonas que por entonces no conocí y después supe que heran dos jueces, que el uno se llama Juo Fernández Agüero de Fontaneda y, el otro, Diego de la Concha. Y los sussodhos se binieron para mí y los demás, y metieron mano a las espadas y me acuchillaron, y a los dhos Juo de Tapia y Franco Rodríguez, y me procuré defender. Y de la dha pendencia resultó el darme la estocada de que he estado y estoy al presente malo. Y el que me la dio fue el dho Juo Fernández Agüero de Fontaneda, y para descargo de mi conciencia declaro que si muriere de la dha herida no tiene culpa ninguna el dho Franco Rodríguez. Por no ser culpado en ello, antes procuró apaciguar la dha pendencia y meter paz".

Declaración testamentaria de don Juan de la Cruz, receptor de la Audiencia Eclesiástica y del Tribunal de la Santa Cruzada de la ciudad de Ávila.

Archivo Histórico Provincial de Ávila. Sección Protocolos. Año 1650.

jueves, 1 de marzo de 2012

Muerte (José Manuel Mariscal)

Junto a la entrada de Los Invalidos (París)

Llegó al alba, con las primeras luces,
entre sombras y brumas.
Se presentó arañando el aire con su corva,
robando el aliento de las bocas.
Un ruido seco sesgó la historia de Héctor,
el soplo de Dios se perdió en su negrura.
El éter, anegado por la niebla bruna y sucia,
se elevó a la patria celestial, al limbo de los probos.
Dulce néctar derramado, sombrío tártaro ocupado.
Sangre ardiente, inflamada, vertida en la sentina.

Poesía titulada Muerte, del poemario Lagrima Negra de José Manuel Mariscal

viernes, 24 de febrero de 2012

Bula de Difuntos (1676)


Bula de Difuntos concedida a María del Rincón. Madrid, 21 de febrero de 1665

"Bula de Indulgencia plenaria concedida para las Ánimas de los fieles difuntos, concedida por la Santidad de Inocencio Décimo, de feliz recordación, y mandada publicar por nuestro muy Santo Padre Clemente Décimo, para la predicación del año de mil y seiscientos y setenta y seis.
Clemente Decimo
Atendiendo siempre la divina Misericordia, solicita templanza de los rigores de su justicia; en especial de los que se ejecutan en la otra vida con las almas de los difuntos: como se halla en aquella misteriosa visión que del Hijo del hombre tuvo el Evangelista Juan en su Apocalipsis, cuyas manos se hallaban ocupadas; la siniestra que no se descubría, ejecutando rigores con las ánimas de los difuntos que descendieron en gracia al Purgatorio, por lo que dejaron de satisfacer en esta vida, la derecha, que está en la Iglesia militante, abriendo los Tesoros de las Indulgencias con las claves de su jurisdicción Apostólica, aplicándolas por modo de sufragio a las mismas almas, al alvedrío del que diere la limosna señalada en esta Bula. Y por cuanto vos, Francisco Gutiérrez, disteis dos reales de plata, que es lo que está tasado y declarado por vos el Licenciado Don Antonio de Benavides y Lazán, Caballero de la Orden de Alcántara, Arcediano de Alcaraz, Dignidad y Canónigo de la Santa Iglesia de Toledo, Sumiller de Cortina de su Magestad y de su Consejo, Comisario Apostólico General de la Santa Cruzada, y demás gracias en todos sus Reinos y Señoríos, para esta santa expedición, y empresa, en favor del ánima de Doña María del Rincón, y recibisteis en vos esta Bula, le es otorgada la Indulgencia sobredicha. Dada en Madrid a veinte y uno del mes de febrero de mil y seiscientos y setenta y cinco años".



Sobre las Bulas de Difuntos consultar:

Marín Carrillo. Explicación de la Bula de los difuntos : en la qual se trata de las penas y lugares del Purgatorio y como puedan ser ayudadas las ánimas de los difuntos ...

Martín Carrillo. Apología de la bula de los difuntos.

Historia de la Bula de la Santa Cruzada escrita por don José Fernández Llamazares, Madrid, 1859. La Bula de Difuntos de la página 104 a 107.

lunes, 23 de enero de 2012

Lágrima negra (José Manuel Mariscal)



Lagrima negra sin duelo
entre sombras derramada.
Gritos de vago consuelo,
de triste y sentido anhelo.
Dolor sin muerte violada.

Nunca soñó la amada
tomar un negro velo,
tañer la lira burlada
del sopor de la morada.
Muerte sin dolor ni cielo.


José Manuel Mariscal





Relieves Art Nouveau en la ciudad de Viena