domingo, 13 de diciembre de 2009

Don Juan del Águila (I)

Deseando completar el artículo sobre don Juan del Águila, la extensión permitida no dio para más, publicaré algunos detalles y particularidades que considero interesantes.

En primer lugar, un análisis del testamento ordenado el 14 de agosto de 1599 (Archivo Histórico Provincial de Ávila. Protocolo 525).

Dos Juan del Águila comenzó su testamento con la invocación habitual en este tipo de documentos y en la época señalada: "In Dei nomine, amen".

Seguidamente, manifestó encontrarse en perfecto estado mental, "en mi sano juicio y entendimiento que Dios nuestro Señor ha sido servido de darme"; reconoció la fragilidad de la vida, "reconociéndome por frágil y mortal"; y la incertidumbre que suscita en el hombre, "no se el como ni el cuando será Dios servido de llamarme a dar cuenta de mi vida y parecer delante de su divino tribunal".

A continuación, como era habitual, expuso las cláusulas propiamente religiosas. En primer lugar, formalizó la protestación de fe, "creo y tengo todo lo que cree y tiene la Santa Madre Iglesia apostólica romana"; y acto seguido encomendó su alma y su cuerpo, "mando mi alma a Dios que la crió y redimió con su preciosa sangre y el cuerpo mando a la tierra de que fue formado". Después , pidió perdón por los pecados cometidos; "suplico a la Santísima Trinidad, que es una misma esencia – declara su fe en el misterio trinitario- perdone mis culpas y pecados, no mirando a ellos, sino a su infinita clemencia. Y a la gloriosa Virgen María, Reina de los ángeles y Señora nuestra, suplico ruegue a su Divino Hijo me perdone mis pecados y me conceda el Reino de los Cielos ". Finalmente, acogió como "abogados e intercesores a todos los santos y santas de la corte del Cielo que supliquen ala Divina Majestad use conmigo de su misericordia".

Concluidas las cláusulas específicamente religiosas, don Juan dispuso todo lo referente al futuro descanso de su cuerpo y solaz de su alma. Don Juan ordenó que el cuerpo fuera enterrado en la iglesia parroquial de El Barraco, junto "al altar mayor, a la mano derecha, donde están los órganos, los cuales quitarán de allí" (Hasta que estuviera todo dispuesto, el cuerpo dde don Juan debía yacer en una sepultura provisional. Juan Gil, vecino de El Barraco, recibió12 reales por abrir dicha sepultura). Estableció que se construyera "un altar metido en la propia pared del lado de la capilla mayor". Dicho altar debía sobresalir "todo lo que fuera necesario", para que hubiera espacio y encerrara un retablo "y columnas que fueren menester, para que esté bien adornado y vistoso". Don Juan advierte que "no ha de ser capilla, sino sólo altar y muy bueno". Además, el altar debía tener "unas cortinas que le cubran, para cuando no fuere necesario estar descubierto.




Por lo que respecta al retablo, dejó ordenado que estuviera "muy bien hecho", situando en el centro del mismo "una pintura grande que yo tengo de nuestra Señora con su Hijo Bendito y Santa Ana y Santa Isabel y San Juan Bautista". Junto a dicha obra, se debían disponer "otras pinturas de las que mejor dijeren". Su intención era hacer "un retablo muy bueno".
Asimismo, las paredes laterales debían estar bien adornadas con pinturas.
Las pinturas que no se utilizaran en la construcción del retablo o las que no fueran instaladas en las paredes laterales, debían ser entregadas al capellán de la obra pía fundada por el propio don Juan, con la obligación de guardarlas y conservarlas "muy limpias y sin polvo", pues debían adornar un altar dedicado al santísimo Sacramento, que se dispondría en la iglesia los días de Jueves Santo y Corpus.

También dejó dispuesto que todas las reliquias que poseía- la memoria y bulas de lo que eran las guardaba en su escritorio y eran "muy verdaderas y de gran devoción- junto a un relicario de ébano que las guardaba y una cruz, se expusieran sobre el altar los días de Jueves Santo y de la Santísima Trinidad, permitiéndose "tocar en ellas los rosarios y otras cosas a quien lo pidiere" (Ordenó que todas las reliquias, junto al relicario y la cruz, no se "toquen por su gran antigüedad). Las reliquias serían guarnecidas "como les pareciere a mis testamentarios y patrón", pero con "poca costa". Asimismo, advirtió que el capellán tuviera "gran cuenta con ellas, sin que pueda tomar ni dar de ellas a nadie, ni parte por pequeña que sea, ni al patrón, ni a otra persona".

Tras las cláusulas reveladas, don Juan dejó ordenados los sufragios que debían celebrarse por el descanso de su alma:

El día del sepelio, honras y novena catorce misas cantadas con diácono y subdiácono (Estipuló 182 reales de ofrenda para dichas misas). En los sufragios de los días de entierro y honras se ofrecieron seis fanegas de trigo (84 reales, 14 reales la fanega), seis carneros (90 reales, 15 reales cada carnero) y seis cántaros de vino (66 reales, 11 reales cada arroba). Los derechos de los sacristanes ascendieron a 24 reales.

El día de la Santísima Trinidad una misa solemne por su intención y en acción de gracias por la victoria que las armas españolas consiguieron en Croan, en la que participó activamente (8 reales de ofrenda. La victoria sobre el ejército franco-inglés se consiguió en la víspera de dicha festividad). Estableció que la misa fuera celebrada por el cura de El Barraco. Además, debía repartirse una fanega de trigo amasado "entre las personas más pobres que hubiere en El Barraco" (Cada persona favorecida recibiría tres cuartales). Este día "también se adornará la iglesia, porque ha de ser muy solemne).

El día de la Concepción de la Virgen una misa en la ermita de la Piedad. La eucaristía sería celebrada por el capellán. Dispuso distribuir una fanega de pan amasado entre "las doncellas más pobres que hubiere en El Barraco" (Tres cuartales para cada una). También estableció que si alguna viuda tuviera alguna hija, aunque fuera de "no más de seis años", le fuera otorgada dicha manda (El número de estas pequeñas no debía exceder de tres, habiendo otras mayores).

El día de San Juan Bautista una misa cantada. La ceremonia sería oficiada por el párroco de la iglesia (8 reales de ofrenda). Estableció repartir una fanega de trigo amasado entre "los más de El Barraco" (Un cuartal a cada uno, excepto a los que entre ellos se llamaran Juan, que "se les dará doblado").

El tres de noviembre una misa con responso "muy solemne" (8 reales de ofrenda). La misa la debía oficiar el capellán.

No hay comentarios:

Publicar un comentario