viernes, 18 de diciembre de 2009

Don Juan del Águila (IV)

Don Juan dejó prescritas diversas donaciones más:

Diez ducados a un predicador de la orden de San Francisco, “de quien yo soy particularmente aficionado”, por predicar en las solemnidades de la Concepción, aniversario del propio don Juan, difuntos, Santísima Trinidad y San Juan Bautista (Señala que será “el mejor de la casa). Acabado el sermón, debía encomendar a Dios el alma de don Juan. En caso de no poder predicar un religiosos de San Francisco, debía hacerlo un fraile de Santo Tomás.

Una fanega de centeno, anual y por vecino, a treinta y tres vecinos de El Barraco, los más “pobres que en él hubiere, impedidos, viejos, enfermos y viudas… y si hubiere enfermos entre los dichos pobres se les dará en trigo”. La donación se debía repartir el día de Viernes Santo.

Doce reales, anuales y por vecino, a doce enfermos de El Barraco que no “tengan con que curarse, ni pagar medicinas… y se tendrá cuenta con las viudas y viejas”.

Cuarenta reales cada ano a una mujer “vieja y que sea muy pobre y viuda”, con la obligación de rezar cada semana un rosario de Nuestra Señora, un Padre Nuestro, un Ave María y el Credo. En el rosario que tuviere la mujer “tendrá cuentas de perdones que se ganen indulgencias y se saquen almas de purgatorio. Rogará a Dios por mí y que saque la mía”. La mujer debía ser devota y honrada, dándole “esta limosna perpetua”.

Cincuenta ducados anuales a doña Isabel Álvarez, tía de don Juan. Después de sus días, el dinero se debía entregar a las hijas solteras de doña Isabel.

Cien ducados anuales a doña María de Velasco, hermana de don Juan y monja en el monasterio de la Encarnación.

Doce ducados anuales a doña Catalina de Velasco, hermana de don Juan y monja en el monasterio de la Encarnación.

Doce ducados anuales a doña María de Velasco, hermana de don Juan y monja en el monasterio de Nuestra Señora de Gracia.

Diez ducados anuales a don Alonso de Arellano, su hermano.

Trescientos sesenta y seis reales anuales a Alamberto Fins, su criado.

Ochocientos reales por una vez a Baltasar Moreno, su criado.

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