jueves, 29 de julio de 2010

Las proclamaciones reales (Las proclamaciones de Carlos III y Carlos IV)

Proclamación de Carlos III

Fernando VI murió en agosto de 1759 sin sucesión, por lo que el nuevo rey fue Carlos III, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio.
Las noticias sobre la proclamación de Carlos III en la ciudad de Ávila son muy escasas y apenas permiten un esbozo de lo que fue su proclamación. La orden de la reina gobernadora disponiendo la celebración de la proclamación de su hijo se leyó en el Concejo abulense el día 1 de septiembre. Tres días después se escribió al alférez mayor de la ciudad y al alcaide del alcázar para invitarles a la celebración
[1].
El acto de proclamación se fijó para el día para el día 21 de octubre, aunque en realidad se solemnizó un día más tarde.
Las celebraciones populares consistieron en una corrida de toros y fuegos artificiales
[2]. Como dato curioso hay que destacar que para poder celebrar la corrida de toros, hubo que enviar un oficio a la reina gobernadora pidiendo licencia para su realización, al temer el Concejo que la "liza para la corrida de toros que está detterminada a ttener para la función del levanttamto de estandarte puede ser la niegue el sor govor de Castilla". Para celebrar el advenimiento de Carlos III también se ordenó, por Cédula Real de 28 de enero, que los presos por deudas que fueran pobres y no pudieran reintegrar el importe de la deuda, "sean sueltos con fianza de la haz todos los que assí estubieren presos por deudas por término de treinta días, para que en ellos se puedan concertar con sus acreedores". Además, ordenó que de las penas aplicadas a la Cámara y Fisco Real de la ciudad de Ávila se tomaran 51000 maravedís para ayudar al pago de dichas deudas[3].


Proclamación de Carlos IV


La Cédula Real de fecha 29 de diciembre de 1788 ordenando levantar pendones por el rey Carlos IV se recibió en Ávila el día 3 de enero de 1789. Inmediatamente se enviaron cartas al marqués de las Navas
[4] y al conde de Ibangrande[5] para que asistieran a la función.
El día 9 de enero se recibió una Provisión Real, de fecha 24 de diciembre de 1788, en la que se comunicaba que por un Real Decreto, de 23 de diciembre, se daba facultad a las ciudades para valerse de cualquier efecto para el pago de los gastos de la proclamación.
Para la celebración de esta proclamación el Concejo encargó a Don Antonio Serrano de Revenga la adquisición de dos nuevos estandartes, además de los retratos reales
[6].
La proclamación se celebró el día 18 de febrero. Los regidores, acompañados de sus criados
[7], fueron vestidos con casaca y calzón de terciopelo, aunque en un primer momento se había decidido que fueran de paño, chupa de seda blanca bordada. En realidad, en un principio iba a ser de tisú de oro, botas negras de cordobán con campana, sombrero sin galón y guantes blancos. Los reyes de armas vistieron de tafetán doble encarnado, nada que ver con el damasco decidido de inicio, sombrerete de lo mismo y cetro y corona[8].
La música que acompañó a la comitiva fue la del regimiento provincial de la ciudad y timbaleros y dulzaineros de Villa del Prado.
El recorrido por el que tenía que discurrir la comitiva fue "adornado como corresponde del obsequio del acto", reparándose el piso y las casas que no estaban seguras. De hecho, el Concejo publicó un bando para que los vecinos de la ciudad "limpien y varran sus puertas, de forma que sus calles estén aseadas"
[9]. Los gastos por componer y limpiar las calles de la carrera ascendieron a 328 reales. Además, se reparó el alcázar y la inscripción de su fachada, que se hallaba "bastante destruida". Se explicó que era imprescindible su reparación "tanto para la dezencia con que debe estar quanto para conservar la memoria de dha inscripción"[10]. Según el propio Concejo la proclamación se celebró "con gral aplauso".
Los gastos finales de esta proclamación ascendieron a 46051 reales y 28 maravedís. Para el pago de los gastos el Consejo de Castilla expidió una Provisión Real, de 24 de diciembre de 1788, en la que hacía constar el Real Decreto de 23 de diciembre, que daba facultad a las ciudades "para que puedan balerse para los gastos de ella de qualesquiera efectos". Más adelante, el mismo Consejo ratificaba la resolución anterior enviando otra Provisión Real, de 22 de enero de 1789, en la que facultaba a la ciudad a valerse "de sus propios o de qualquiera otros". El Concejo abulense acordó utilizar el producto de las "yerbas de los pastos comunales de dha Ciudad y Trra"
[11].

[1] El alférez mayor no pudo asistir "por ttener que pasar a Barcelona al recivimto de S.M.". Nombró como teniente de alférez mayor a Don Juan del Peso, y para levantar el segundo pendón a Don Agustín del Peso, teniente del regimiento de Asturias e hijo del anterior. A.H.P.Av. Actas ayunt. Libro núm. 148, fols. 63-63v.
[2] Los comisarios para la corrida de toros fueron los procuradores de la Ciudad y Tierra, mientras que Don Manuel Verdugo y Guillamas se encargó de los fuegos artificiales.
[3] A.H.P.AV. C-11, L-4, nº 58.
[4] Confirmó su asistencia el día 28 de enero. Nombró a Don Joaquín Miguel de Agüero para levantar el segundo estandarte. A.H.P.Av. Acyas ayunt. Libro núm. 177, fol. 19v.
[5] El día 17 de febrero se conoció que no podría asistie "por sus indisposiciones". Ib., fol. 26v.
[6] Sesión del 9 de enero. Ib., fol. 7. Tanto los estandartes como los retratos reales se presentaron en el Concejo el día 14 de febrero. Ib., fol. 25. Los gastos por los estandartes y retratos ascendieron a 8060 reales.
[7] "Qe cada uno llebe su criado vestido según y como le acomode".Ib., fol. 16
[8] Los reyes de armas fueron: Matías Dávila, Bernardo Nieto, Manuel Hernández y Manuel de Villaverde. Además, se nombraron cuatro ministros porteros y ordinarios más por no ser "bastantes para la asistencia y demás que es preciso para dha rl proclamación": Antonio Mata, Manuel García, Francisco Martín Bueno y Miguel Jiménez. Ib., fol. 12v.
[9] A.H.P.Av. Ib., fol. 13.
[10] "Quedó con todo su adorno bien retocado y señaladas todas sus letras". Ib., fols. 7 y 24v. Los gastos ascendieron a 2842 reales y 16 maravedís.
[11] Ib., fols. 18v-19.

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