martes, 19 de octubre de 2010

Proclamación del Estatuto Real de 1834

El Estatuto Real fue una Constitución otorgada por concesión de la Corona. Martínez de la Rosa, secretario de Estado y presidente del Consejo de Ministros, señalaba en el año 1851: "el Estatuto Real lo había otorgado la Corona"[1]. El Estatuto Real, por tanto, se proyectó y consumó como la ley fundamental para el desarrollo de la monarquía de Isabel II en sus primeros años, aunque posteriormente su vida fue efímera. Además, se trató de una ley que permitió legitimar el régimen monárquico de Isabel II desde la perspectiva política, acabando, incluso, con la monarquía absoluta en España de forma definitiva.
La promulgación del Estatuto Real se festejó en las ciudades españolas de una manera especial y, aunque en ningún caso se trate de una proclamación real, sí es interesante y conveniente comentar cuáles fueron los festejos celebrados por una ley que legitimaba el régimen.
El día 26 de mayo el gobernador civil de la provincia de Ávila presentó en el ayuntamiento abulense una Orden Real, expedida el día 20 y remitida el 24, en la que se proveía el procedimiento que debía seguirse para promulgar públicamente el estatuto Real. Además de ordenar la promulgación pública del Estatuto, "con todas las formalidades acostumbradas hasta ahora en la de las leyes del Reyno", se permitía a las ciudades y pueblos la celebración de iluminaciones y festejos voluntarios, con el propósito de demostrar "su lealtad a la Reyna nuestra señora Dª Isabel segunda, y de respetuosa gratitud a su escelsa madre, augusta restauradora de las leyes fundamentales del Reyno"
[2].
El Concejo acordó celebrar la promulgación el día 30 de mayo, mientras que el día 31 se celebraría una misa con Te Deum en la catedral.
En el Mercado Chico y en el Mercado Grande se levantaron dos tablados, como los erigidos en las proclamaciones reales, en los que el secretario del ayuntamiento leyó "íntegramente los artículos del Estatuto Real y la convocatoria a Cortes". Se exhibió el retrato real, escoltado por una guardia de honor, por la ciudad. La comitiva partió del Mercado Chico, lugar en el que leyó por primera vez el Estatuto, por la calle Andrín, catedral y calle San Segundo, hasta el Mercado Grande, lugar en el que se volvió a leer el texto constitucional, y desde allí, por la calle don Jerónimo, plazuela del marqués de las Navas y calle Caballeros hasta regresar a la plaza del Mercado Chico.
Hubo iluminaciones los dos días, función de fuegos artificiales, gigantones, acompañados por música de gaitillas por calles y plazas y la música de la Academia de Aficionados de Música en el ayuntamiento.

[1] Martínez de la Rosa: Espíritu del siglo. Libro XII, Cap, XV, pág. 297. En obras de D. Francisco Martínez de la Rosa. B.A.E., tomo V.
[2] A.H.P.Av. Actas cons. Libro núm. 221, fol. 90v.


La acuarela es una lámina imaginada de la lectura del Estatuto Real

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