lunes, 18 de octubre de 2010

Ávila

"La tierra es áspera y abultada. Como llena de dientes. Está demasiado alta para que sus tierras puedan ser frondosas.




Hacia el interior pinares. Árboles casi hirientes, que son los únicos que resisten el frío y las ventiscas. Parece como si le salieran molares negros de piedra a sus calles.



Y los pies de las gentes, sobre todo los de los frailes descalzos, se quiebran de tanto guijo puntiagudo del ganito.

Por las calles se ven hidalgos y gentes de hábito. Paños negros y estameñas pesadas.


Van en silencio, que es como conviene andar en tiempos de austeridad, cual era el que allí se vivía entonces. En las casas, blasones góticos, terciopelos, brocados y brocateles. Y polillas escapando de algún viejo telar en que la muerte de la abuela interrumpió una labor.

Las casas se agrupan, como para guarecerse, tras el cinturón de la muralla altiva y dura. Que son todavía tiempos de guerras y de asaltos. Se rompen piedras con arcabuces y con bombardas. Hombres y ciudades se acorazan por fuera: por dentro están abiertas. La pelea pone petos de acero en los que hacen la guerra, y defensas de hosca geología en las ciudades. Todo lo dulce, lo afable, lo tierno, se da en el recogimiento interior. Y en la hondura de la raza, anhelos místicos, por diversos caminos.


Así, los que quedan fuera del recinto almenado, les da un poco de envidia cuando suenan las campanas de los conventos, que están metidos entre esos torreones de piedras ennegrecidas. La mole de la muralla tiene, en el pensamiento, ingravidez.


Las piedras tienen una suciedad de siglos. No vale que el sol las bañe todos los días, porque se han oscurecido tanto como para retarle a que las emblanquezca.


Cuando el astro se confía, ellas, como sonrientes de victoria por sus bocas abiertas por historias guerreras o caballerescas, refulgen en destellos azulados, como esas moscas pardas y feas que al sol parecen limpiamente azuladas.


Así... siglos y siglos..."

REVESZ, Andrés. Santa Teresa de Jesús. Ed. Sánchez Rodrigo, Plasencia, 1943.

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