lunes, 22 de noviembre de 2010

Entrada de Alfonso XII en la ciudad de Ávila

El día 20 de enero de 1875 se conoció en el ayuntamiento de Ávila que existía la posibilidad de que el monarca, a la vuelta de su visita al Ejército del Norte, pasara por la ciudad. Ante dicha posibilidad, el Concejo acordó estar prevenido “a fin de hacer un recibimiento si no tan digno como lo merece la Augusta Persona a quien se dirige, al menos lo mejor y más decoroso posible”. Días después, el 7 de febrero, se acordó enviar circulares a todas aquellas personas y asociaciones que pudieran contribuir al éxito de la visita: contratistas y dueños de obras para que retiraran los escombros y materiales que tuvieran en las calles, al presidente del gremio de labradores, decano del Colegio de Abogados, Sociedad de Amigos del País, presidente del Círculo de Recreo, presidente del Comité Alfonsino, cabildo catedralicio, párroco de San Pedro, presidente del Real Patronato de Santa Teresa de Jesús y a los propietarios, inquilinos y administradores de las casas que estaban tocando con el lienzo norte de la muralla. Además, se acordó acondicionar los aposentos reales y enviar un telegrama a Isabel II felicitándola (1).

El monarca llegó el día 16 de febrero A su llegada, hubo repique general en todas las parroquias de la ciudad. El camino hasta la ciudad fue reparado y las calles empedradas. Tocaron dos gaitillas y dulzainas y bailaron los gigantones. Las calles estuvieron colgadas y se construyó un arco triunfal, del que no conservamos descripción alguna.

El día 17 de febrero le fueron entregadas las llaves de la ciudad por el regidor síndico, que le arengó diciendo:
- “Señor: como síndico de la Municipalidad de Ávila y siguiendo una antigua y tradicional costumbre, tengo la honra de presentar a V.M. las llaves de esta Noble y Leal Ciudad, que se felicita y siente indecible entusiasmo al recibir dentro de sus históricas murallas al Rey dn Alfonso doce”.
El monarca respondió diciendo:
- “Señor síndico: recibo con mucho gusto las llaves de la Ciudad de Ávila que protegió a otro Alfonso y espero me proteja también”.
Por la noche hubo luminarias y fuegos de artificio.

Los gastos ascendieron a 23500 pesetas, de las que 7500 fueron satisfechas por el Asocio de la Universidad y Tierra de Ávila. La parte a pagar por el Ayuntamiento se convirtió en un problema grave, pues el día 6 de marzo el Concejo informó de que sólo disponía de 2000 o 2500 pesetas para el pago de los gastos, y que le era imposible “contraer el compromiso de pagar una cantidad indefinida”. La proposición que se realizó fue que pagaran una tercera parte de los gastos o, al menos, 6250 pesetas, a lo que el Concejo de la ciudad se negó. El asunto era grave “por la total carencia de recursos de la Diputación y del Ayuntamto”, y por la necesidad de pagar unos gastos que habían ascendido “a mucho más de lo que se creía”. Finalmente, el Concejo aportó 5000 pesetas, que se utilizaron para pagar el empedrado de las calles, las reparaciones efectuadas en la carretera de la Estación, cuatro colgaduras de raso encarnado, el portier del salón, las alfombras de la plataforma y del despacho real, el empapelado de cuatro habitaciones y faroles y candelabros.

(1) El día 24 de febrero se recibió un telegrama de Isabel II en el que daba las “más expresivas gracias al municipio por su adhesión y afectuoso saludo”

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