El 19 de marzo de 1808 el príncipe don Fernando a la cabeza de un grupo de nobles, impulsó una revuelta palaciega auxiliándose en parte del ejército y en lacayos de palacio. Esta revuelta que tenía como raíz aparente la caída de don Manuel Godoy, favorito del rey Carlos IV, es conocida como el "Motín de Aranjuez".
Carlos IV advirtiendo la complicada situación creada por esta revuelta abdicó en el príncipe Don Fernando. El nuevo rey entró en Madrid el día 24 de marzo, un día después que las tropas francesas.
El día 12 de abril el Concejo abulense, reunido en sesión consistorial extraordinaria, leyó una Carta Real, de fecha 6 de abril, en la que el nuevo rey comunicaba a la ciudad de Ávila la abdicación y renuncia al trono de su padre, y en la que, además, ordenaba la celebración de los actos de proclamación en su honor[1]. El día 14 el cabildo catedralicio leía una carta del rey, fechada el día 7, en la que se le encargaba hacer rogativas por el buen gobierno del Reino[2].
Pocos días después, el 22 de abril, el Concejo y el cabildo recibían sendas Órdenes Reales, a través del Consejo Supremo, en las que se ordenaba la celebración de nuevas rogativas públicas "para implorar de la divina Misericordia la felicidad de S.M. en el Reino". Además, se demandaba que dichas rogativas se celebraran con el "orden, tranquilidad y decoro que deven ser inseparables de él"[3].Se obedeció la orden y se publicó un bando "exortando a todos los fieles para que concurran según corresponde".
Con el rey Fernando VII en Bayona, Napoleón decidió trasladar a Francia al Infante Francisco. El traslado debía producirse el día dos de mayo, fecha en la que se produjo el levantamiento popular en Madrid contra el ejército francés. Días después, el 5 de mayo, Carlos IV abdicó en la persona de Napoleón, y el día 10 de mayo lo hizo Fernando VII.
El día 25 el Emperador publicó un decreto en el que convocó Cortes en la ciudad de Bayona, y el día 6 de junio transmitió a los representantes allí reunidos su deseo de que José Bonaparte fuera coronado como nuevo Rey de España.
El mismo día 6 de junio el Concejo abulense acordó celebrar una rogativa para implorar "los debidos auxilios en las graves urgencias en que se halla la Corona y calamidades que la amenazan"[4],y casi un mes después, el día 1 de agosto, se acordó celebrar un acto de acción de gracias y una celebración eucarística dando "las devidas gracias por los beneficios recividos en la Nación y también a fabor de los que la han defendido y derramado su sangre"[5]
El día 15 de agosto el corregidor presentó en el Ayuntamiento un ejemplar autorizado de una Provisión Real en la que se concedía "licencia y permiso a todas las ciudades, villas y lugares en donde debe celebrar el acto de proclamzón por nuestra real persona, a fin de que puedan valerse para los gastos de ella de los efectos de propios o qualesquiera otros, no haviendo de aquéllos con la calidad de su reintegro de dhos efectos, y la de llebar la devida cuenta y razón para darla en el nuestro Consejo por la Contaduría Gral de Propios"[6]. Además, se recibió una orden de la Cámara Real en la que se manifestaba que la proclamación estaba prevista para el día 24 de agosto en la Corte y ciudad de Toledo, y que después debía ejecutarse "en esta ciudad con la brebedad posible"[7]. El Concejo acordó que la ceremonia debía celebrarse el día 29 de septiembre, siendo imposible celebrarla antes al tener que concurrir a ella el marqués de las Navas[8] y para prevenir todo lo necesario para la dignidad que correspondía a celebración tan insigne. Ese mismo día, se presentó el Real Decreto en el que se consideraban nulos los decretos de abdicación precedentes y la Constitución formada en las Cortes de Bayona. Por último, se comisionó al regidor Don Mateo de Lezaeta para que se encargara de conseguir los estandartes y el retrato real.
A partir de este día, comenzaron los preparativos[9]. Los capitulares del Concejo acordaron vestir con casaca y calzón de paño negro, chupa blanca y bordada y botas que llegaran hasta el calzón, "llenando toda la pierna"[10]. Los reyes de armas, ministros porteros y demás empleados municipales debían vestir "en la forma acostumbrada"[11].
El 30 de agosto el Concejo dispuso retrasar la función de proclamación "hasta el día de Sta Teresa de Jesús", pues se necesitaba más tiempo para preparar dicha proclamación.
El 6 de septiembre se nombró como maestros de ceremonias a los regidores Don Antonio Serrano de Revenga y a Don Mateo de Lezaeta, y como alcaide de la fortaleza a Don Francisco Antonio de Llano[12].
Días más tarde, el 10 de septiembre, se nombraron reyes de armas[13] y ministros supernumerarios[14], se formó una comisión para disponer "en la forma conveniente" el Alcázar, la limpieza y composición de las calles, los tablados y el adorno del ayuntamiento[15], y se estableció una segunda comisión para disponer la iluminación de las casas consistoriales y los clarines, timbales y música que debían participar en los tres días de los actos[16].
Posteriormente, el Concejo determinó que la comisión encargada de la iluminación se responsabilizara también de encargar un "árbol de pólvora con su correspondiente volatería"[17], mientras que el corregidor quedó encargado de facilitar la música "de artilleros y capilla de Sta Coloma de Segovia"[18]. Asimismo, se dispuso, para solaz del pueblo, una corrida de toros "con tres toros de muerte" para el día 17 de octubre[19], aunque tuvo que ser aplazada hasta el día 19 porque los toreros no pudieron venir hasta ese día.
Pero antes de la proclamación, el día 7 de octubre, se leyó en el ayuntamiento una orden del Consejo Supremo en la que comunicaba a la Ciudad que la Junta Suprema Central había dispuesto se celebraran tres noches de luminarias y repique general por el "feliz acontecimto de la instalación de dicha Suprema Junta", y nueve días de rogativas, el primero público, para implorar por la "pronta restauración en su trono de nro amado soberano"[20].
Para afrontar los gastos de la proclamación se acordó sacar 10000 reales del archivo de la alfa y 20000 reales del abasto de carnes.
Por fin, el día 26 de noviembre, antes del saqueo de la ciudad por parte de las tropas francesas, se fijó que a partir del día 27 se celebraran en la ciudad tres días de rogativas públicas y nueve de rogativas secretas por "la felicidad y buen éxito de nuestras armas"[21].
[1] A.H.P.Av. Actas Ayunt. Libro núm. 196, fols. 52v-55.
[2] A.C.A. Actas Cap. de 1808, fol. 39v. La rogativa se hizo el día 19 de abril, y a ella asistieron además del cabildo catedralicio, el Concejo y el obispo de la ciudad.
[3] Ib., fols. 43-43v. El deán de la catedral pidió al corregidor de la ciudad que valorando "las actuales circunstancias en que se halla el Reyno, y en la disposición de hacer rogatibas públicas por la felicidad del Estado y de la Monarquía" cesasen los festejos públicos que estaban organizados, para que "unidos los corazones de los fieles con el religioso de S.M. puedan dedicarse con más fervor a implorar las divinas misericordias". El corregidor aceptó la propuesta y decidió, junto al Concejo, aplazar los festejos. La rogativa, en la que se celebró procesión general, saliendo las imágenes de Nuestra Señora de la Soterraña y Santa Teresa y una reliquia de San Segundo, se celebró el día 24 de abril. Ib., fols. 43v-45.
[4] A.H.P.Av. Ib., fol. 72.
[5] A.C.A. Ib., fol. 80. El acto de acción de gracias se celebró el día 7 de agosto, mientras que la Eucaristía se celebró el día 8. El cabildo catedralicio decidió, el día 3, que fueran todos los sacerdotes posibles a celebrar la Eucaristía, para lo que ofreció seis reales a cada uno de los sacerdotes que asistiera; en Ib., fol. 76v.
[6] A.H.P.Av. Ib., fols. 84-84v.
[7] Ib., fol. 86.
[8] En carta del día 23 de agosto confirmó su asistencia. Ib., fol. 90v.
[9] El día 18 de agosto, el Concejo acordó que se escribiera un oficio al intendente para que se libraran 40000 reales para los gastos que se ocasionaran en la proclamación. Se resolvió que se tomaran de los pastos baldíos, pero en caso de no estar disponibles se decidió sacarlos de los arbitrios de la Ciudad. Ib., fols. 87-87v.
[10] Los regidores recibieron 2200 reales de ayuda de costa, mientras que los escribanos, consultores, alguacil y mayordomo de propios percibieron 1500 reales. Esta ayuda se dotó para celebrar la función con el "brillo y lucimiento qe se previene por dicha superior orden". Ib., 87.
[11] La comisión para disponer los vestidos estuvo formada por: Don Francisco de Paula Guerra, Don Esteban Gómez y Don Antonio de Arrabal. Ib., fol. 96.
[12] A Don Francisco Antonio de Llano se le entregaron 1500 reales para vestidos y demás gastos.
[13] Fueron nombrados: Ramón de Huete, Marcos de Ávila, Carlos Bruguera y Francisco Blázquez Tobal. Ib., fol. 95.
[14] Fueron nombrados: Manuel Collán y Antonio Crevet. Ib., fol. 96.
[15] La comisión estuvo integrada por: Don Francisco de Paula y Don Eusebio Arrabal. Se les entregó la cantidad de 5000 reales para evacuar dicha comisión. Recibo del 30 de septiembre de 1808, en Ib., libro núm. 200, fol.95v.
[16] La comisión estuvo formada por los diputados de abastos y procuradores generales del Común y de la Universidad de la Tierra de Ávila. La iluminación de la fachada del ayuntamiento estuvo compuesta por doscientas docenas de vasos. Ib., libro núm. 196, fol. 98v. Se les entregó la cantidad de 7000 reales. Recibo del 3 de octubre de 1808. Ib., libro núm. 200, fol. 95v.
[17] Ib., libro núm. 196, fol. 98v. Se les entregaron 1510 reales para comprar lo necesario. Ib., libro núm. 200, fol. 95v.
[18] Ib., libro núm. 196, fols. 96-96v.
[19] Se comisionó a Don Miguel Hernández y a Don Juan Sánchez Mayoral para que buscaran toreros y arrendaran la plaza, entregándoles 7000 reales para ello. Ib., libro núm. 200, fol. 95v. Los precios por asistir a la corrida fueron: dos reales la barrera, un real los tendidos, cuarenta reales los balcones del Concejo y veinte reales los balcones superiores. Ib., libro núm. 196, fol. 99. Por otro lado, el cabildo catedralicio también acordó que el obrero mayor dispusiera "lo conveniente para qe se adorne el mirador del cavdo por si alguno de los sres yndividuos quisiese concurrir a dha función", aunque "omitiéndose el refresco" que se solía servir en semejantes casos. Por cierto, que en sesión capitular de 21 de octubre se refirió que: "habían concurrido al mirador del cabildo algunas mujeres en los días de función de toros, y a su consecuencia acordó éste que para lo sucesibo, y en casos que ocurran, se tenga presente qe no deben concurrir mugeres algunas a dho mirador, como siempre se ha acostumbrado". A.C.A. Actas cap. Ib., fols. 109v-112.
[20] El repique e iluminación se verificó a partir del día 8, mientras que las rogativas se celebraron a partir del 10. A.H.P.Av. ib., fol. 100.
[21] Orden de la Junta Suprema Central de 19 de noviembre.
Carlos IV advirtiendo la complicada situación creada por esta revuelta abdicó en el príncipe Don Fernando. El nuevo rey entró en Madrid el día 24 de marzo, un día después que las tropas francesas.
El día 12 de abril el Concejo abulense, reunido en sesión consistorial extraordinaria, leyó una Carta Real, de fecha 6 de abril, en la que el nuevo rey comunicaba a la ciudad de Ávila la abdicación y renuncia al trono de su padre, y en la que, además, ordenaba la celebración de los actos de proclamación en su honor[1]. El día 14 el cabildo catedralicio leía una carta del rey, fechada el día 7, en la que se le encargaba hacer rogativas por el buen gobierno del Reino[2].
Pocos días después, el 22 de abril, el Concejo y el cabildo recibían sendas Órdenes Reales, a través del Consejo Supremo, en las que se ordenaba la celebración de nuevas rogativas públicas "para implorar de la divina Misericordia la felicidad de S.M. en el Reino". Además, se demandaba que dichas rogativas se celebraran con el "orden, tranquilidad y decoro que deven ser inseparables de él"[3].Se obedeció la orden y se publicó un bando "exortando a todos los fieles para que concurran según corresponde".
Con el rey Fernando VII en Bayona, Napoleón decidió trasladar a Francia al Infante Francisco. El traslado debía producirse el día dos de mayo, fecha en la que se produjo el levantamiento popular en Madrid contra el ejército francés. Días después, el 5 de mayo, Carlos IV abdicó en la persona de Napoleón, y el día 10 de mayo lo hizo Fernando VII.
El día 25 el Emperador publicó un decreto en el que convocó Cortes en la ciudad de Bayona, y el día 6 de junio transmitió a los representantes allí reunidos su deseo de que José Bonaparte fuera coronado como nuevo Rey de España.
El mismo día 6 de junio el Concejo abulense acordó celebrar una rogativa para implorar "los debidos auxilios en las graves urgencias en que se halla la Corona y calamidades que la amenazan"[4],y casi un mes después, el día 1 de agosto, se acordó celebrar un acto de acción de gracias y una celebración eucarística dando "las devidas gracias por los beneficios recividos en la Nación y también a fabor de los que la han defendido y derramado su sangre"[5]
El día 15 de agosto el corregidor presentó en el Ayuntamiento un ejemplar autorizado de una Provisión Real en la que se concedía "licencia y permiso a todas las ciudades, villas y lugares en donde debe celebrar el acto de proclamzón por nuestra real persona, a fin de que puedan valerse para los gastos de ella de los efectos de propios o qualesquiera otros, no haviendo de aquéllos con la calidad de su reintegro de dhos efectos, y la de llebar la devida cuenta y razón para darla en el nuestro Consejo por la Contaduría Gral de Propios"[6]. Además, se recibió una orden de la Cámara Real en la que se manifestaba que la proclamación estaba prevista para el día 24 de agosto en la Corte y ciudad de Toledo, y que después debía ejecutarse "en esta ciudad con la brebedad posible"[7]. El Concejo acordó que la ceremonia debía celebrarse el día 29 de septiembre, siendo imposible celebrarla antes al tener que concurrir a ella el marqués de las Navas[8] y para prevenir todo lo necesario para la dignidad que correspondía a celebración tan insigne. Ese mismo día, se presentó el Real Decreto en el que se consideraban nulos los decretos de abdicación precedentes y la Constitución formada en las Cortes de Bayona. Por último, se comisionó al regidor Don Mateo de Lezaeta para que se encargara de conseguir los estandartes y el retrato real.
A partir de este día, comenzaron los preparativos[9]. Los capitulares del Concejo acordaron vestir con casaca y calzón de paño negro, chupa blanca y bordada y botas que llegaran hasta el calzón, "llenando toda la pierna"[10]. Los reyes de armas, ministros porteros y demás empleados municipales debían vestir "en la forma acostumbrada"[11].
El 30 de agosto el Concejo dispuso retrasar la función de proclamación "hasta el día de Sta Teresa de Jesús", pues se necesitaba más tiempo para preparar dicha proclamación.
El 6 de septiembre se nombró como maestros de ceremonias a los regidores Don Antonio Serrano de Revenga y a Don Mateo de Lezaeta, y como alcaide de la fortaleza a Don Francisco Antonio de Llano[12].
Días más tarde, el 10 de septiembre, se nombraron reyes de armas[13] y ministros supernumerarios[14], se formó una comisión para disponer "en la forma conveniente" el Alcázar, la limpieza y composición de las calles, los tablados y el adorno del ayuntamiento[15], y se estableció una segunda comisión para disponer la iluminación de las casas consistoriales y los clarines, timbales y música que debían participar en los tres días de los actos[16].
Posteriormente, el Concejo determinó que la comisión encargada de la iluminación se responsabilizara también de encargar un "árbol de pólvora con su correspondiente volatería"[17], mientras que el corregidor quedó encargado de facilitar la música "de artilleros y capilla de Sta Coloma de Segovia"[18]. Asimismo, se dispuso, para solaz del pueblo, una corrida de toros "con tres toros de muerte" para el día 17 de octubre[19], aunque tuvo que ser aplazada hasta el día 19 porque los toreros no pudieron venir hasta ese día.
Pero antes de la proclamación, el día 7 de octubre, se leyó en el ayuntamiento una orden del Consejo Supremo en la que comunicaba a la Ciudad que la Junta Suprema Central había dispuesto se celebraran tres noches de luminarias y repique general por el "feliz acontecimto de la instalación de dicha Suprema Junta", y nueve días de rogativas, el primero público, para implorar por la "pronta restauración en su trono de nro amado soberano"[20].
Para afrontar los gastos de la proclamación se acordó sacar 10000 reales del archivo de la alfa y 20000 reales del abasto de carnes.
Por fin, el día 26 de noviembre, antes del saqueo de la ciudad por parte de las tropas francesas, se fijó que a partir del día 27 se celebraran en la ciudad tres días de rogativas públicas y nueve de rogativas secretas por "la felicidad y buen éxito de nuestras armas"[21].
[1] A.H.P.Av. Actas Ayunt. Libro núm. 196, fols. 52v-55.
[2] A.C.A. Actas Cap. de 1808, fol. 39v. La rogativa se hizo el día 19 de abril, y a ella asistieron además del cabildo catedralicio, el Concejo y el obispo de la ciudad.
[3] Ib., fols. 43-43v. El deán de la catedral pidió al corregidor de la ciudad que valorando "las actuales circunstancias en que se halla el Reyno, y en la disposición de hacer rogatibas públicas por la felicidad del Estado y de la Monarquía" cesasen los festejos públicos que estaban organizados, para que "unidos los corazones de los fieles con el religioso de S.M. puedan dedicarse con más fervor a implorar las divinas misericordias". El corregidor aceptó la propuesta y decidió, junto al Concejo, aplazar los festejos. La rogativa, en la que se celebró procesión general, saliendo las imágenes de Nuestra Señora de la Soterraña y Santa Teresa y una reliquia de San Segundo, se celebró el día 24 de abril. Ib., fols. 43v-45.
[4] A.H.P.Av. Ib., fol. 72.
[5] A.C.A. Ib., fol. 80. El acto de acción de gracias se celebró el día 7 de agosto, mientras que la Eucaristía se celebró el día 8. El cabildo catedralicio decidió, el día 3, que fueran todos los sacerdotes posibles a celebrar la Eucaristía, para lo que ofreció seis reales a cada uno de los sacerdotes que asistiera; en Ib., fol. 76v.
[6] A.H.P.Av. Ib., fols. 84-84v.
[7] Ib., fol. 86.
[8] En carta del día 23 de agosto confirmó su asistencia. Ib., fol. 90v.
[9] El día 18 de agosto, el Concejo acordó que se escribiera un oficio al intendente para que se libraran 40000 reales para los gastos que se ocasionaran en la proclamación. Se resolvió que se tomaran de los pastos baldíos, pero en caso de no estar disponibles se decidió sacarlos de los arbitrios de la Ciudad. Ib., fols. 87-87v.
[10] Los regidores recibieron 2200 reales de ayuda de costa, mientras que los escribanos, consultores, alguacil y mayordomo de propios percibieron 1500 reales. Esta ayuda se dotó para celebrar la función con el "brillo y lucimiento qe se previene por dicha superior orden". Ib., 87.
[11] La comisión para disponer los vestidos estuvo formada por: Don Francisco de Paula Guerra, Don Esteban Gómez y Don Antonio de Arrabal. Ib., fol. 96.
[12] A Don Francisco Antonio de Llano se le entregaron 1500 reales para vestidos y demás gastos.
[13] Fueron nombrados: Ramón de Huete, Marcos de Ávila, Carlos Bruguera y Francisco Blázquez Tobal. Ib., fol. 95.
[14] Fueron nombrados: Manuel Collán y Antonio Crevet. Ib., fol. 96.
[15] La comisión estuvo integrada por: Don Francisco de Paula y Don Eusebio Arrabal. Se les entregó la cantidad de 5000 reales para evacuar dicha comisión. Recibo del 30 de septiembre de 1808, en Ib., libro núm. 200, fol.95v.
[16] La comisión estuvo formada por los diputados de abastos y procuradores generales del Común y de la Universidad de la Tierra de Ávila. La iluminación de la fachada del ayuntamiento estuvo compuesta por doscientas docenas de vasos. Ib., libro núm. 196, fol. 98v. Se les entregó la cantidad de 7000 reales. Recibo del 3 de octubre de 1808. Ib., libro núm. 200, fol. 95v.
[17] Ib., libro núm. 196, fol. 98v. Se les entregaron 1510 reales para comprar lo necesario. Ib., libro núm. 200, fol. 95v.
[18] Ib., libro núm. 196, fols. 96-96v.
[19] Se comisionó a Don Miguel Hernández y a Don Juan Sánchez Mayoral para que buscaran toreros y arrendaran la plaza, entregándoles 7000 reales para ello. Ib., libro núm. 200, fol. 95v. Los precios por asistir a la corrida fueron: dos reales la barrera, un real los tendidos, cuarenta reales los balcones del Concejo y veinte reales los balcones superiores. Ib., libro núm. 196, fol. 99. Por otro lado, el cabildo catedralicio también acordó que el obrero mayor dispusiera "lo conveniente para qe se adorne el mirador del cavdo por si alguno de los sres yndividuos quisiese concurrir a dha función", aunque "omitiéndose el refresco" que se solía servir en semejantes casos. Por cierto, que en sesión capitular de 21 de octubre se refirió que: "habían concurrido al mirador del cabildo algunas mujeres en los días de función de toros, y a su consecuencia acordó éste que para lo sucesibo, y en casos que ocurran, se tenga presente qe no deben concurrir mugeres algunas a dho mirador, como siempre se ha acostumbrado". A.C.A. Actas cap. Ib., fols. 109v-112.
[20] El repique e iluminación se verificó a partir del día 8, mientras que las rogativas se celebraron a partir del 10. A.H.P.Av. ib., fol. 100.
[21] Orden de la Junta Suprema Central de 19 de noviembre.
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