En lo alto de la torre, entre apuntados chapiteles y grotescas gárgolas , apareció de repente. Su cuerpo, una mezcla de fibra y nervio, se revelaba rígido y enhiesto. Las alas desplegadas sobre el horizonte pétreo, excitaban el sueño de mágicas y fabulosas quimeras y fantasías. El fuego que escupía de bocas gigantescas y formidables, iluminaba la negra noche, aquella en la que la luna no se aventura a descubrir su radiante y galante rostro.
Durante años fue el guardián de la atalaya de mis ficciones infantiles, el custodio de todos mis ensueños e invenciones.
Durante años fue el guardián de la atalaya de mis ficciones infantiles, el custodio de todos mis ensueños e invenciones.
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