Junto a la entrada de Los Invalidos (París)
Llegó al alba, con las primeras luces,
entre sombras y brumas.
Se presentó arañando el aire con su corva,
robando el aliento de las bocas.
Un ruido seco sesgó la historia de Héctor,
el soplo de Dios se perdió en su negrura.
El éter, anegado por la niebla bruna y sucia,
se elevó a la patria celestial, al limbo de los probos.
Dulce néctar derramado, sombrío tártaro ocupado.
Sangre ardiente, inflamada, vertida en la sentina.
Llegó al alba, con las primeras luces,
entre sombras y brumas.
Se presentó arañando el aire con su corva,
robando el aliento de las bocas.
Un ruido seco sesgó la historia de Héctor,
el soplo de Dios se perdió en su negrura.
El éter, anegado por la niebla bruna y sucia,
se elevó a la patria celestial, al limbo de los probos.
Dulce néctar derramado, sombrío tártaro ocupado.
Sangre ardiente, inflamada, vertida en la sentina.
Poesía titulada Muerte, del poemario Lagrima Negra de José Manuel Mariscal
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