
El sonido estridente y chirriador de su armazón, los maderos agrietados por la usanza cotidiana, bordeaban fachadas desconchadas y henchidas de memorias.
La hipocondría de los juicios fundidos en el éter tibio y dulce de la Alfama se deslizaba entre notas de lastimeros fados.
Un sueño, una hermosa y divina ilusión recorriendo una espesura de lajas y adoquines.