sábado, 22 de mayo de 2010

Las proclamaciones reales (Los precedentes)

La primera noticia sobre proclamaciones reales en la ciudad de Ávila es la que nos ofrece el padre Luis Ariz, sobre la proclamación, con la propia presencia real, del rey Sancho IV. Ariz afirma: "la ciudad alçó pendones en presencia de su rey y vesándole la mano"[1]. El cronista Gil González Dávila lo confirma: "los avileses levantaron pendones por el recién heredado, con aclamaciones públicas. ¡Viva el rey don Sancho! ¡Viva el rey!"[2].
La siguiente noticia de proclamaciones reales se produce una vez fallecido Juan II. Ariz, informa que fue proclamado como nuevo rey Enrique IV, y comenta que "para alçar pendones en la ciudad de Ávila, fueron convocados en su ayuntamiento el corregidor y regimiento, y nombraron por alférez a Sancho Cimbrón"
[3].
Poco tiempo después, se produjo la famosa "Farsa de Ávila", acontecimiento en el que se destronó a Enrique IV y se coronó como nuevo rey al infante Don Alfonso. Los alzados proclamaron al joven infante con la proclama tradicional, "¡Castilla, Castilla, Castilla por el rey don Alonso", y "levantaron el pendón real"
[4]. González Dávila lo reseña de modo similar: "¡Viva el rey don Alonso! Levantaron el pendón real"[5]. Curiosamente, Martín Carramolino no relata que en la ciudad se proclamara al joven Alfonso, mientras que sí informa sobre la proclamación y flameo de pendones en otras villas castellanas: "el almirante don Fadrique había levantado pendones por el joven d. Alonso en Valladolid, y otras muchas ciudades y villas de Castilla habían seguido su ejemplo"[6].
Aparcando las crónicas, la primera proclamación que aparece asegurada en la documentación abulense, es la que se celebró por Isabel de Castilla. Se trata de una notificación de la propia Isabel en la que informa a la Ciudad de la muerte de su hermano Enrique IV, y en la que ordena se tremole el pendón real en su nombre: "vos mando que (...) luego que esta mi carta vierdes, alçedes pendones por mi, reconociéndome por vuestra reyna"
[7].
Posteriormente, y aunque no se trate de una proclamación como tal, es interesante significar la Carta Real enviada al Concejo de la ciudad anunciando la concordia firmada entre Fernando II, Felipe y Juana, en la que además se dispone "fagáys todas las demostraciones de fiestas y plazer y alegría"
[8].
La siguiente proclamación real documentada es la celebrada por el rey Felipe II en el año 1556
[9]. El día 8 de abril los comisarios del Concejo, don Diego del Águila y Muñoyerro "el Mozo", informaron al cabildo catedralicio que el día 12 se iba a celebrar la proclamación por el nuevo rey. el propio cabildo confirma su celebración: "se alçaron pendones por el rey don Phillipe nro señor"[10].
La información sobre la proclamación de Felipe III es escasa, las actas consistoriales de 1598 no se conservan, por lo que solamente se han utilizado las actas capitulares del cabildo de la catedral. La proclamación se celebró el día 11 de octubre de 1598, siendo comisarios del Concejo los regidores don Francisco Dávila y don Francisco Vela. Si sabemos que dichos comisarios pidieron al cabildo que "para la solenydad con que se devía hazer el acto que en semejantes ocasiones se deve y suele hazer la ciudad, pedía a los dichos deán y cabo acudiesen a rescebir a la Ciudad"
[11].
La siguiente proclamación celebrada fue la del rey Felipe IV en el año 1621. Como en el caso anterior no conservamos las actas consistoriales de este año, por lo que sólo se han podido utilizar las del cabildo catedralicio. La proclamación se verificó el día 28 de abril, y en ella podemos encontrar uno de los primeros conflictos que existieron entre el Concejo de Ávila y el cabildo catedralicio en las celebraciones de las proclamaciones reales. El problema suscitado, según el canónigo don Juan de Montemayor, fue que el acto de proclamación se "ha hecho diferente de lo que se suele y contra lo que los sses diputados asiguraron al cabildo de que cumplirían lo que estava asentado en el acto pasado del rey don Phelipe tercero"
[12]. El hecho fue que, una vez tremolado el pendón en el interior de la catedral, al abandonar el estandarte el recinto sagrado se rompió el protocolo hasta entonces estilado. Así, se respetó que el presidente del cabildo fuera al lado derecho del alférez mayor, mientras que el corregidor iba al lado izquierdo del propio alférez. El problema apareció cuando a los lados del presidente del cabildo y del corregidor se situaron dos regidores que, según lo ejecutado en anteriores proclamaciones, debían ir escoltando al presidente del segundo coro del cabildo. Además, ningún regidor, ni caballero invitado a la función, se situó junto al resto de miembros del cabildo, algo que siempre se había realizado.
Ante esta situación, y para evitar futuras disputas, el cabildo acordó ajustar un nuevo protocolo. Se sancionó, en primer lugar, que una vez llegado el pendón a la catedral, el séquito que le había acompañado hasta allí, debía retirarse para que los presidentes de los dos coros del cabildo escoltaran al alférez mayor hasta el altar. De igual forma debía hacerse al salir del templo. En segundo lugar, se estableció que si el Concejo o el alférez mayor no invitaba al cabildo al acompañamiento del pendón, el cabildo no debía salir en dicho acompañamiento. En cambio, en caso de ser invitado, se dispuso que el presidente del cabildo debía incorporarse al lado derecho del alférez, mientras que el corregidor debía ir al lado izquierdo, "sin colateral alguno". En caso de no concurrir el corregidor a la comitiva, el lado izquierdo debía ser ocupado por el presidente del segundo coro. Por último, el resto de capitulares, "por sus antigüedades", debían disponerse detrás del presidente del cabildo, mientras que los regidores debían asistir detrás del corregidor. La última proclamación de un rey Austria fue la de Carlos II en 1666. esta proclamación es de sobra conocida, ya que conservamos, como se ha visto, la relación de lo verificado en ella. El marqués de las Navas, alférez mayor de Ávila, no pudo concurrir a la función, por lo que procedió como alférez mayor el regidor don Juan Vela Maldonado del Águila. En esta proclamación volvió a suscitarse un problema de protocolo. En esta ocasión, el inconveniente surgió al no haber suficiente número de regidores en el Concejo de la ciudad. El Concejo informó al cabildo que no le iba a ser posible "cumplir lo que se propone de que cada señor prebendado baya entre dos regidores". El Concejo ofreció al cabildo la posibilidad de que los prebendados fueran mezclados con los títulos y caballeros de la ciudad, posibilidad "decente y decorosa". Estudiada la situación por el cabildo, decidió admitir la alternativa del Concejo, por lo que los prebendados fueron "interpolados con los señores de título y caballeros de ávito y gente noble"
[13]. Días antes de la proclamación los comisarios del Concejo pasaron por el cabildo para salvaguardar el oropel de la función, recordando al deán que para el acompañamiento "se prebenga los señores que an de asistir a él, para que sea con todo lucimto y gravedad". Por fin, para evitar en el futuro contratiempos entre ambas comunidades, los comisarios de ambas corporaciones redactaron y firmaron una concordia sobre la forma de celebrar la función de proclamación en la catedral.
[1] Pág. 267.
[2] Pág. 79.
[3] Pág. 287.
[4] Ariz, pág. 292.
[5] Pág. 99.
[6] Pág. 17.
[7] Poner libro y pág.
[8] A.H.P.Av. C3. L1. 192. 26-XII-1505.
[9] Sobre la proclamación de Carlos I no tenemos noticias al no conservarse ni las actas consistoriales ni las actas capitulares del cabildo catedralicio. Sí conservamos las órdenes recibidas por el Concejo abulense en las que se previene la ejecución del juramento de lealtad a Felipe y Carlos (12-VII-1506), en Ib., C3. L1. 197 ; y Carlos, en Ib., C3. L1. 208 (26-XI-1506) y 216 (2-VII-1510).
[10] A.C.A. Actas cap. Año 1556, fols. 85v-86.
[11] Ib., Año 1598, sesión del 2 de octubre.
[12] Ib., Año 1621, fol. 191v. En esta acta capitular existe un error de numeración, y en realidad debería ser el folio número 200v.
[13] A.C.A. Actas cap. Año 1665, fols. 174-175.

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