martes, 11 de diciembre de 2012

Hace cuarenta años...


Es uno de los recuerdos más entrañables de mi niñez, de una niñez feliz y dichosa. Cada sobremesa del sábado se convertía en una maravillosa aventura. Esperaba, con verdadera ansiedad, que Koji se subiera al robot para iniciar las extraordinarias batallas que disputaba frente a los engendros mecánicos del doctor Infierno.  La ilusión se apoderaba de mis juegos, la fantasía sobrevolaba el teatral cosmos en el que se convertía el cuarto de estar de la casa. Mazinger Z y el barón Ashler se convirtieron, durante algún tiempo, en los mejores compañeros de un niño feliz.

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