La primera proclamación de un monarca de la dinastía Borbón fue la que se realizó por el rey Felipe V. El día 1 de noviembre de 1700 moría en Madrid Carlos II, último monarca de la dinastía Habsburgo en España.
A partir de ese momento se inició una dura disputa por la Corona española. El archiduque Carlos, candidato austriaco, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y, por tanto, candidato de Francia, iniciaban un inexorable y largo litigio de trece años. En este conflicto, conocido como "guerra de Sucesión española", la Corona de Castilla favoreció la pretensión del candidato francés. De esta forma, y ante la necesidad de legitimar el derecho al trono, la proclamación real de Felipe V se celebró de forma inmediata. En una carta del Consejo de Castilla al cabildo catedralicio se dice: "la celeridad con que se ejecutó para manifestar en la prontitud el amor y respeto de sus vasallos". Ahora más que nunca, la proclamación real pasó a convertirse en un instrumento político utilizado por la monarquía, en este caso por la dinastía Borbón.
El día 27 de noviembre se reunió el Concejo abulense y se leyó una carta del presidente de Castilla, fechada el día 24 del mismo mes, acompañada de una Provisión Real, también del día 24, en la que comunicaba a la Ciudad que en la Corte se había levantado el estandarte real. La Provisión Real ordenaba que Felipe V fuera "aclamado, levantando en su real nre pendones en ttodas las ciudades de estos Reynos, según el estilo y costumbre que en ttales casos se a hecho en los demás sres reyes sus antecesores"[1]. La carta del presidente de Castilla ratifica la orden de proclamar a Felipe V, añadiendo que se celebre sin la menor dilación, incluso aunque no se hubieran realizado las exequias fúnebres por Carlos II.
Leída la comunicación oficial, el Concejo acordó que tan grave acto se festejara "con la solemnidad y grandeza q corresponde a prínzipe tan grande", añadiendo que tal grandeza era deseo de todos los caballeros y vecinos de la ciudad de Ávila, como "lo an echo en otras ocasiones"[2].
La urgencia legitimista señalada en la carta oficial no pudo ser complacida por el Concejo abulense, pues faltaban en la ciudad los materiales necesarios para poder llevar a cabo el ceremonia con la majestuosidad requerida y deseada. Fue menester concurrir a la Corte y otras ciudades vecinas a comprar lo necesario.
Ante esta doble condición, el Concejo resolvió despachar una carta al presidente de Castilla informándole del problema, señalando que se comenzarían las prevenciones necesarias "para q con la menor dilazón se execute todo"[3]. Además, se determinó informar al cabildo catedralicio del recibo de la misiva oficial[4]. En la misma sesión se resolvió enviar una carta al marqués de las Navas, encargado de izar el pendón real como alférez mayor de la ciudad de Ávila, y otra al marqués de Malpica, alcaide del alcázar, invitándoles a la celebración[5].
Días después, el 18 de diciembre, se aprobó fijar el día 27 de diciembre para la celebración de proclamación. Se pregonó a los vecinos, instándoles a mantener limpias las calles por las que había de desarrollarse el acto, así como tener iluminadas todas las casas de la ciudad la noche de la proclamación[6].
La proclamación se realizó de la misma forma que se había celebrado la de Carlos II en el año 1666. Se salió de la plaza del Mercado Chico por la calle Andrín hasta la catedral, donde fue tremolado por primera vez el pendón. Desde la catedral se volvió a la plaza del Mercado Chico en la que se enarboló por segunda vez el pendón. Por último, se salió del Mercado Chico por la calle de la Rúa, y siguiendo hasta la puerta del Adaja, calle de Santo Domingo, plazuela de la Santa, corral de las Campanas, puerta de Gil González, calle Caballeros, Mercado Chico, calle Andrín y calle de Don Jerónimo, hasta llegar a la puerta del Alcázar, lugar en el que se levantó por tercera vez el pendón real.
[1] A.H.P.Av. Actas ayunt. Libro núm. 91, fol. 137.
[2] Ib., fol. 137v.
[3] Ib., fol. 138.
[4] La comisión del Concejo estuvo formada por Don Diego Dávila Carrillo, marqués de Albaserrada, y por Don José de Pedrosa Dávila y Bracamonte, marqués de la Vega. La comisión se evacuó el día 1 de diciembre, pidiendo a el cabildo se "sirviese de favorecerla en el recibimiento, bendición y asistencia para la mayor solemnidad y autoridad de la función, en la conformidad que en ocassnes semejantes lo avía practicado y estava concordado", en A.C.A. Actas cap. Año 1700, fol. 92v.
[5] El marqués de las Navas envió una carta al Concejo, fechada el día 1 de diciembre, en la que comunicó su no asistencia a la proclamación, debido a "sus ocupaciones". Nombró al marqués de Albaserrada como sustituto. A.H.P.Av. Ib., fols. 142v-143.
[6] Ib., 155-155v.
A partir de ese momento se inició una dura disputa por la Corona española. El archiduque Carlos, candidato austriaco, y Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV y, por tanto, candidato de Francia, iniciaban un inexorable y largo litigio de trece años. En este conflicto, conocido como "guerra de Sucesión española", la Corona de Castilla favoreció la pretensión del candidato francés. De esta forma, y ante la necesidad de legitimar el derecho al trono, la proclamación real de Felipe V se celebró de forma inmediata. En una carta del Consejo de Castilla al cabildo catedralicio se dice: "la celeridad con que se ejecutó para manifestar en la prontitud el amor y respeto de sus vasallos". Ahora más que nunca, la proclamación real pasó a convertirse en un instrumento político utilizado por la monarquía, en este caso por la dinastía Borbón.
El día 27 de noviembre se reunió el Concejo abulense y se leyó una carta del presidente de Castilla, fechada el día 24 del mismo mes, acompañada de una Provisión Real, también del día 24, en la que comunicaba a la Ciudad que en la Corte se había levantado el estandarte real. La Provisión Real ordenaba que Felipe V fuera "aclamado, levantando en su real nre pendones en ttodas las ciudades de estos Reynos, según el estilo y costumbre que en ttales casos se a hecho en los demás sres reyes sus antecesores"[1]. La carta del presidente de Castilla ratifica la orden de proclamar a Felipe V, añadiendo que se celebre sin la menor dilación, incluso aunque no se hubieran realizado las exequias fúnebres por Carlos II.
Leída la comunicación oficial, el Concejo acordó que tan grave acto se festejara "con la solemnidad y grandeza q corresponde a prínzipe tan grande", añadiendo que tal grandeza era deseo de todos los caballeros y vecinos de la ciudad de Ávila, como "lo an echo en otras ocasiones"[2].
La urgencia legitimista señalada en la carta oficial no pudo ser complacida por el Concejo abulense, pues faltaban en la ciudad los materiales necesarios para poder llevar a cabo el ceremonia con la majestuosidad requerida y deseada. Fue menester concurrir a la Corte y otras ciudades vecinas a comprar lo necesario.
Ante esta doble condición, el Concejo resolvió despachar una carta al presidente de Castilla informándole del problema, señalando que se comenzarían las prevenciones necesarias "para q con la menor dilazón se execute todo"[3]. Además, se determinó informar al cabildo catedralicio del recibo de la misiva oficial[4]. En la misma sesión se resolvió enviar una carta al marqués de las Navas, encargado de izar el pendón real como alférez mayor de la ciudad de Ávila, y otra al marqués de Malpica, alcaide del alcázar, invitándoles a la celebración[5].
Días después, el 18 de diciembre, se aprobó fijar el día 27 de diciembre para la celebración de proclamación. Se pregonó a los vecinos, instándoles a mantener limpias las calles por las que había de desarrollarse el acto, así como tener iluminadas todas las casas de la ciudad la noche de la proclamación[6].
La proclamación se realizó de la misma forma que se había celebrado la de Carlos II en el año 1666. Se salió de la plaza del Mercado Chico por la calle Andrín hasta la catedral, donde fue tremolado por primera vez el pendón. Desde la catedral se volvió a la plaza del Mercado Chico en la que se enarboló por segunda vez el pendón. Por último, se salió del Mercado Chico por la calle de la Rúa, y siguiendo hasta la puerta del Adaja, calle de Santo Domingo, plazuela de la Santa, corral de las Campanas, puerta de Gil González, calle Caballeros, Mercado Chico, calle Andrín y calle de Don Jerónimo, hasta llegar a la puerta del Alcázar, lugar en el que se levantó por tercera vez el pendón real.
[1] A.H.P.Av. Actas ayunt. Libro núm. 91, fol. 137.
[2] Ib., fol. 137v.
[3] Ib., fol. 138.
[4] La comisión del Concejo estuvo formada por Don Diego Dávila Carrillo, marqués de Albaserrada, y por Don José de Pedrosa Dávila y Bracamonte, marqués de la Vega. La comisión se evacuó el día 1 de diciembre, pidiendo a el cabildo se "sirviese de favorecerla en el recibimiento, bendición y asistencia para la mayor solemnidad y autoridad de la función, en la conformidad que en ocassnes semejantes lo avía practicado y estava concordado", en A.C.A. Actas cap. Año 1700, fol. 92v.
[5] El marqués de las Navas envió una carta al Concejo, fechada el día 1 de diciembre, en la que comunicó su no asistencia a la proclamación, debido a "sus ocupaciones". Nombró al marqués de Albaserrada como sustituto. A.H.P.Av. Ib., fols. 142v-143.
[6] Ib., 155-155v.
Un blog excelente y una entrada de lo más interesante. Espero que igualmente puedas disfrutar con mi blog dedicado al reinado de Carlos II y en el que te adelanto dedicaré la próxima entrada a la proclamación de Carlos II en 1665.
ResponderEliminarSaludos.