jueves, 29 de julio de 2010

Cuadrito (Chile)


La pátina del tiempo desecha miradas y delirios pasados y vencidos. Entrar en la residencia Inés Luna Terrero era acariciar un tropel de posibilidades. Charlas insustanciales se mezclaban con las primeras discusiones y porfías trascendentales. Pequeñas escaramuzas de jóvenes impertinentes e insolentes se desplegaban por la casa. Amistades de tardes de naipes se confundían con miles de garabatos excitados a lo largo de unas cuartillas…

Pero siempre permanecerá la remembranza de los buenos amigos, siempre recordaré a Jaime, el sacerdote chileno de la habitación 305.


Las proclamaciones reales (Las proclamaciones de Carlos III y Carlos IV)

Proclamación de Carlos III

Fernando VI murió en agosto de 1759 sin sucesión, por lo que el nuevo rey fue Carlos III, hijo de Felipe V e Isabel de Farnesio.
Las noticias sobre la proclamación de Carlos III en la ciudad de Ávila son muy escasas y apenas permiten un esbozo de lo que fue su proclamación. La orden de la reina gobernadora disponiendo la celebración de la proclamación de su hijo se leyó en el Concejo abulense el día 1 de septiembre. Tres días después se escribió al alférez mayor de la ciudad y al alcaide del alcázar para invitarles a la celebración
[1].
El acto de proclamación se fijó para el día para el día 21 de octubre, aunque en realidad se solemnizó un día más tarde.
Las celebraciones populares consistieron en una corrida de toros y fuegos artificiales
[2]. Como dato curioso hay que destacar que para poder celebrar la corrida de toros, hubo que enviar un oficio a la reina gobernadora pidiendo licencia para su realización, al temer el Concejo que la "liza para la corrida de toros que está detterminada a ttener para la función del levanttamto de estandarte puede ser la niegue el sor govor de Castilla". Para celebrar el advenimiento de Carlos III también se ordenó, por Cédula Real de 28 de enero, que los presos por deudas que fueran pobres y no pudieran reintegrar el importe de la deuda, "sean sueltos con fianza de la haz todos los que assí estubieren presos por deudas por término de treinta días, para que en ellos se puedan concertar con sus acreedores". Además, ordenó que de las penas aplicadas a la Cámara y Fisco Real de la ciudad de Ávila se tomaran 51000 maravedís para ayudar al pago de dichas deudas[3].


Proclamación de Carlos IV


La Cédula Real de fecha 29 de diciembre de 1788 ordenando levantar pendones por el rey Carlos IV se recibió en Ávila el día 3 de enero de 1789. Inmediatamente se enviaron cartas al marqués de las Navas
[4] y al conde de Ibangrande[5] para que asistieran a la función.
El día 9 de enero se recibió una Provisión Real, de fecha 24 de diciembre de 1788, en la que se comunicaba que por un Real Decreto, de 23 de diciembre, se daba facultad a las ciudades para valerse de cualquier efecto para el pago de los gastos de la proclamación.
Para la celebración de esta proclamación el Concejo encargó a Don Antonio Serrano de Revenga la adquisición de dos nuevos estandartes, además de los retratos reales
[6].
La proclamación se celebró el día 18 de febrero. Los regidores, acompañados de sus criados
[7], fueron vestidos con casaca y calzón de terciopelo, aunque en un primer momento se había decidido que fueran de paño, chupa de seda blanca bordada. En realidad, en un principio iba a ser de tisú de oro, botas negras de cordobán con campana, sombrero sin galón y guantes blancos. Los reyes de armas vistieron de tafetán doble encarnado, nada que ver con el damasco decidido de inicio, sombrerete de lo mismo y cetro y corona[8].
La música que acompañó a la comitiva fue la del regimiento provincial de la ciudad y timbaleros y dulzaineros de Villa del Prado.
El recorrido por el que tenía que discurrir la comitiva fue "adornado como corresponde del obsequio del acto", reparándose el piso y las casas que no estaban seguras. De hecho, el Concejo publicó un bando para que los vecinos de la ciudad "limpien y varran sus puertas, de forma que sus calles estén aseadas"
[9]. Los gastos por componer y limpiar las calles de la carrera ascendieron a 328 reales. Además, se reparó el alcázar y la inscripción de su fachada, que se hallaba "bastante destruida". Se explicó que era imprescindible su reparación "tanto para la dezencia con que debe estar quanto para conservar la memoria de dha inscripción"[10]. Según el propio Concejo la proclamación se celebró "con gral aplauso".
Los gastos finales de esta proclamación ascendieron a 46051 reales y 28 maravedís. Para el pago de los gastos el Consejo de Castilla expidió una Provisión Real, de 24 de diciembre de 1788, en la que hacía constar el Real Decreto de 23 de diciembre, que daba facultad a las ciudades "para que puedan balerse para los gastos de ella de qualesquiera efectos". Más adelante, el mismo Consejo ratificaba la resolución anterior enviando otra Provisión Real, de 22 de enero de 1789, en la que facultaba a la ciudad a valerse "de sus propios o de qualquiera otros". El Concejo abulense acordó utilizar el producto de las "yerbas de los pastos comunales de dha Ciudad y Trra"
[11].

[1] El alférez mayor no pudo asistir "por ttener que pasar a Barcelona al recivimto de S.M.". Nombró como teniente de alférez mayor a Don Juan del Peso, y para levantar el segundo pendón a Don Agustín del Peso, teniente del regimiento de Asturias e hijo del anterior. A.H.P.Av. Actas ayunt. Libro núm. 148, fols. 63-63v.
[2] Los comisarios para la corrida de toros fueron los procuradores de la Ciudad y Tierra, mientras que Don Manuel Verdugo y Guillamas se encargó de los fuegos artificiales.
[3] A.H.P.AV. C-11, L-4, nº 58.
[4] Confirmó su asistencia el día 28 de enero. Nombró a Don Joaquín Miguel de Agüero para levantar el segundo estandarte. A.H.P.Av. Acyas ayunt. Libro núm. 177, fol. 19v.
[5] El día 17 de febrero se conoció que no podría asistie "por sus indisposiciones". Ib., fol. 26v.
[6] Sesión del 9 de enero. Ib., fol. 7. Tanto los estandartes como los retratos reales se presentaron en el Concejo el día 14 de febrero. Ib., fol. 25. Los gastos por los estandartes y retratos ascendieron a 8060 reales.
[7] "Qe cada uno llebe su criado vestido según y como le acomode".Ib., fol. 16
[8] Los reyes de armas fueron: Matías Dávila, Bernardo Nieto, Manuel Hernández y Manuel de Villaverde. Además, se nombraron cuatro ministros porteros y ordinarios más por no ser "bastantes para la asistencia y demás que es preciso para dha rl proclamación": Antonio Mata, Manuel García, Francisco Martín Bueno y Miguel Jiménez. Ib., fol. 12v.
[9] A.H.P.Av. Ib., fol. 13.
[10] "Quedó con todo su adorno bien retocado y señaladas todas sus letras". Ib., fols. 7 y 24v. Los gastos ascendieron a 2842 reales y 16 maravedís.
[11] Ib., fols. 18v-19.

miércoles, 28 de julio de 2010

Himnos a la Noche III

Himno III
En el tercer himno el poeta alcanza el sueño, la Noche, la verdad, la nueva vida: la Amada. Pero para alcanzar la purificación, el poeta ha debido transitar por el reino de la Luz, sufrir el dolor, la desesperanza, la soledad, el miedo.

El poeta es redimido por los sentimientos, por la existencia interior, subjetiva y espiritual. El amor y la naturaleza, a través de la sacralización del hombre y de la naturaleza, se convierten en elementos liberadores del poeta. La Noche permite el retorno del poeta a lo divino.

Además, Novalis, a través de visiones bucólicas de la naturaleza y de intensas emociones afectivas, expresa sus sentimientos más íntimos, desarrollando, por primera vez, el símbolo de la muerte como liberadora de las cadenas de lo humano, frágil y mortal.

martes, 27 de julio de 2010

Mikulov (República Checa)

Mikulov es una pequeña localidad- 8.000 habitantes- situada a tres kilómetros de la frontera austriaca y a los pies de los montes Pavlovske vrchy. Es una localidad tranquila y seductora. Un lugar plácido en el que reposar el cuerpo cansado y el espíritu inquieto.

La plaza- delimitada por casas antiguas y ornamentadas – alberga la columna de la Trinidad (1723), la iglesia de Santa Anna- erigida entre 1704 y 1710- y la torre de la iglesia parroquial de San Václav, de estilo gótico.



En un altozano colindante se encuentra el hrad de la ciudad. El castillo- mencionado en algunas crónicas desde el siglo XIII- fue reconstruido entre 1719 y 1724. Los nazis, en la circunstancia de su repliegue hacia Alemania, demolieron la fortaleza, por lo que tuvo que ser totalmente reconstruida.


En la zona limítrofe al castillo se hallaba el barrio y el cementerio judío. En la villa vivió, antes de trasladarse a Praga, el rabino Löw, considerado por la historia el creador del Golem.

domingo, 25 de julio de 2010

Himnos a la Noche II

Himno II
El inicio del himno es un interrogante sobre el futuro del hombre ("¿Tiene que volver siempre la mañana? ¿No acabará jamás el poder de la tierra?"). La humanidad se ha convertido en un mundo en el que lo sensible y racional se ha ensalzado. El poeta se pregunta hasta cuándo el hombre traicionará su naturaleza. Se trata de un alegato antiilustrado, de una declaración contra aquellos que sólo esgrimen y emplean la razón para irrumpir e internarse en el camino del conocimiento.

Para Novalis, el tiempo del cambio está cerca. El hombre se debe abandonar en el Sueño, en el espíritu, en el mundo interior, en la naturaleza primigenia, en la divinidad. Debe restituir, resucitar el nexo existente entre hombre, naturaleza y Dios. Resuena la retórica de Hölderlin: "El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona".

sábado, 24 de julio de 2010

Branná II

Branná es una villa tranquila, ideal para pasar una temporada alejado del ruido universal y emético de las urbes actuales.

Entre sus actividades destacan las rutas de senderismo (10), las rutas en bicicleta de montaña (3) y una pequeña pista de esquí.

Pista de esquí de Branná

Perfil del recorrido en bicicleta Branná-Sumperk (45 kms.)

Perfil del recorrido en bicicleta Staré Mesto-Sumperk (61 kms.)

Perfil del recorrido en bicicleta Svata Trojice-Svata Trojice (16,5 kms.)

Además, muy cerca del pueblo, se encuentran las estaciones de esquí de Ramzová, Petríkov y Ostruzná. Todos estos lugares ofertan numerosos recorridos para los amantes del senderismo y de la bicicleta de montaña.

Estación de esquí de Ramzová

Branná, pequeña y humilde, se exhibe entre las aguas del río homónimo y las montañas de Jaseníky. Es particularmente seductor pasear y deambular por los alrededores de la villa, rodeado de múltiples variedades de árboles y numerosos arroyos, riachuelos y torrentes.

La oferta hotelera y gastronómica es francamente numerosa y sugestiva. La villa cuenta con múltiples y diversos negocios de hospedaje y con dos restaurantes de ambiente agradable y comida casera y tradicional.

Este establecimiento está dirigido por la señorita Vladena Kocianova (Su e-mail es vladka.ko@seznam.cz). Las habitaciones son amplias, prácticas y muy limpias. Se trata de un establecimiento muy recomendable.

Restaurace Kolstejn

Restaurace Kolstejn (Interior)

Restaurace Na Kovarné

Además, siempre se hallan modestos y humildes detalles que conmueven y sacuden los espíritus sensibles y emotivos.

Estela decorada con un relieve representando la Santísima Trinidad

Detalle del relieve

Tabernáculo de la Sagrada Familia



Número 113

lunes, 19 de julio de 2010

Las proclamaciones reales (La proclamación de Fernando VI)

La notificación oficial ordenando la proclamación del nuevo monarca se recibió el día 5 de agosto de 1746[1]. El mismo día, se envió la comunicación al marqués de las Navas[2] y al marqués de Malpica[3], alcaide del Alcázar, invitándoles a la función.
Posteriormente, el día 30 de septiembre, se acordó que la función de proclamación se celebrara el día 16 de octubre.
En esta ocasión, la celebración se desarrolló sin ningún tipo de incidente al haberse firmado en el año 1733 una nueva concordia entre el Concejo de la ciudad y el cabildo catedralicio para evitar las discusiones y enfrentamientos que pudieran surgir entre ambas corporaciones a la hora de recibir el cabildo a los representantes municipales, como ya sucedió en la proclamación de Luis I, o en la rogativa ordenada por Felipe V en 1732 para pedir por la recuperación de la plaza africana de Orán y en las exequias fúnebres por la real persona de Víctor Amadeo de Saboya, rey de Cerdeña
[4].
La nueva concordia estableció que el estandarte real, llevado hasta la catedral por el alférez mayor y el Concejo, debía entrar por la puerta de Poniente , siendo recibido por el cabildo catedralicio, formado "todo enteramte en comunidad", dentro del umbral de dicha puerta. Una vez recibido, el alférez mayor y el corregidor pasarían a ocupar el lugar destinado para ellos, mientras que los regidores, caballeros, invitados y ministros municipales debían ir interpolados entre los miembros del cabildo , pero siempre "distinguiéndose la classe de cada uno pr el lugar q en la ynterpolazón ocupe"
[5].
Para que la función tuviera la solemnidad de anteriores ocasiones fue necesario traer de Madrid un clarinero y un timbalero, que se sumaron al clarinero de la ciudad. Se les pagó el salario, los viajes de ida y vuelta y la estancia en la posada regentada por Diego Britos. Además, se les confeccionó y agasajó con dos casacas de tipo militar y con un sombrero, todo de paño encarnado. El clarinero de la ciudad vistió con casaca, chupa, calzón y sombrero del mismo género y color. Las casacas y los sombreros se adornaron con galones de plata de tres dedos de ancho.
Los reyes de armas vistieron de damasco carmesí, adornados con cuatro escudos, dos con las armas reales y dos con las armas de la ciudad.
Se nombraron cuatro ministros más a parte de los habituales, que cobraron 70 reales, pues los vestidos fueron cosa de ellos.
No fue necesario encargar el retrato real, pues "aviéndose, con casualidad, allado un retrato de S.M. y franqueándose por su dueño a la ziudad" sólo hubo que dorar el marco.
El resto de los festejos celebrados durante los tres días de regocijo fueron los habituales en este tipo de celebración: tres noches de luminarias, destacando las doce hachas que se fijaron en el ayuntamiento, fuegos artificiales y dos corridas de novillos, una el día 17 y otra, que además tuvo "dos toros de muerte", el día 18. En esta ocasión, a las fiestas de toros por la proclamación real se unieron las que anualmente celebraban los feligreses de la parroquia de San Andrés, y que ese año no habían podido celebrar por el fallecimiento del rey Felipe V. Por ello, los gastos presupuestados sólo fueron "para alguna ayuda de costa".
Para pagar los gastos de la proclamación, que ascendieron a 4101 reales y 12 maravedises, no demasiado elevados debido a las circunstancias contempladas, se escribió una carta al conde de Ibangrande para que presentara, en nombre de la ciudad, un memorial en el que se pedía "se digne execuptar y libertar del valimto el arbitrio de que ussa en la especie de vino", ya que la ciudad no tenía medios, ni sus "propios pueden sufrir más leve canttd"
[6]. Un Real Decreto proveyó que de "qualqr arbitrio o efectos se tomen los gastos" para la proclamación. La ciudad no pudo conseguir el libramiento, "no obstante haverse echo las dilixs correspondtes para su logro", por lo que atendiendo a la urgencia del asunto se acordó que el corregidor procurara "que los gastos que se ttenga por precisos se saquen de donde tubiere pr conveniente". Al final, el corregidor señala que se sacaron de "cierta caja rel de esta zd"[7].
[1] A.H.P.Av. Actas Ayunt. Libro núm. 135, fol. 36v. Días antes, el 30 de julio, se recibió una carta de la Junta General de la Moneda en la que se exhortaba a la Ciudad la fabricación de las "monedas de platta y oro que, con la efigie de las ciudades, suelen traer para la proclamón del rey", en Ib., fol. 34v.
[2] El marqués de las Navas no asistió a la proclamación, debido a la "servidumbre de mi empleo de cavro mor". Nombró por sustitutos a Don Diego Gabriel de Villalba y a Don Cristóbal del Peso Dávila y Quiñónez. Ib., fol. 41v.
[3] El marqués de Malpica no asistió a la proclamación, debido a su "imposibilidad". Dejó ordenado que fuera el Concejo quien nombrara al alcaide teniente del Alcázar encargado de sustituirle. Ib., fol. 42v.
[4] De hecho, las exequias por Víctor Amadeo no se celebraron hasta que las corporaciones firmaron dicha concordia.
[5] Ib., fol. 43.
[6] A.H.P.Av. fol., 35.
[7] Ib., Libro núm. 136, fol. 14v.

sábado, 17 de julio de 2010

Marioneta de México


La marioneta (Poema de Johnny Welch)
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, aprovecharía ese tiempo lo más que pudiera.
Posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
Dormiría poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen.
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo, sino mi alma.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse!
A un niño le daría alas, pero le dejaría que él solo aprendiese a volar.
A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido.
Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres...
He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.
He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacia abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse.
Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas.
Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al Señor para poder ser el guardián de tu alma.
Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría "te quiero" y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da otra oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco y hoy es todo lo que nos queda, me gustaría decirte cuanto te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no le está asegurado a nadie, joven o viejo.
Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas.
Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo.
Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles "lo siento", "perdóname", "por favor", "gracias" y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos.
Pide al Señor la fuerza y sabiduría para expresarlos.
Demuestra a tus amigos y seres queridos cuanto te importan.
Para conocer más sobre Johnny Welch puedes consultar su página web

Himnos a la Noche (Himnos I, II y III)



Obra: Himnos a la Noche.
Autor: Georg Friedrich Philipp Freiherr von Hardenberg (Novalis).
Nacimiento: 2 de mayo de 1772
Defunción: 25 de marzo de 1801
Año de composición: 1800





Himno I

La primera parte del himno es un exaltación de la luz, un ensalzamiento de la soberanía de la luz, aquélla que alienta e impulsa a todos los seres del Universo. Incluso aviva la existencia del hombre que, a pesar de no pertenecer al señorío de la luz, vive en él.

La luz encarna el espacio y el tiempo tangible y profano, la acción, la agitación incesante, las divisiones y los cismas. La luz es la tutora y maestra de la infancia y la juventud del hombre, aquella época en la que el individuo está libre de "compromisos".

Pero la vida aviva los pasos, y para el hombre la luz se transforma en un mundo oscuro, solitario y desolado ("Lejos yace el mundo- sumido en una profunda gruta- desierta y solitaria estancia. Por las cuerdas del pecho sopla profunda melancolía"). Estos versos evocan los rimados por el poeta Prudencio en el siglo V de nuestra era, cuando describe la prisión sufrida por Jonás en el vientre de la ballena:

Ternis dierum ec noctium processibus
mansit ferino devoratus gutture,
errabat illic per latebras viscerum,
ventris meandros circumibat tortiles
anhelus extis intus aestuantibus
[1]

Por ello, el hombre cultivado y místico, el poeta, renuncia a la luz y se une a la Noche; abandona lo físico, corporal y meramente cognitivo, para unirse a lo espiritual, sentimental y místico. El poeta reniega de la luz, que sólo puede aportar recuerdos, deseos absurdos, sueños insensatos, alegrías efímeras y esperanzas vanas. Se trata de espejismos con los que la luz tienta al hombre.

El poeta se liga a la noche, que invita al espíritu a volar a su morada, al origen del hombre, a la vida junto a la amada, una unión mística con el poeta, en la que la amada se convierte en amor y conocimiento. La Noche resguarda al hombre de los espejismos y acechanzas de la luz.

[1] «A lo largo de tres días y tres noches permaneció devorado por la fiera, erraba de acá para allá a través de las oscuras vísceras, daba vueltas en los tortuosos meandros del vientre sofocado dentro de las calurosas entrañas». Himnos, VII, 121-125.

jueves, 15 de julio de 2010

Branná (República Checa)

Branná está situada al noreste de la República Checa, junto a la frontera polaca, y pertenece a la región de Moravia Central (Distrito de Sumperk, región de Olomouc). Es una localidad pequeña, 303 habitantes, situada entre bosques y por la que discurre el río Branná, que da nombre al municipio.



Destaca por el castillo (zamek) cuyo origen se remonta al primer cuarto del siglo XIV (Aparece mencionado en una carta de 3 de mayo de 1325). En el siglo XV el castillo fue controlado por los señores de Wallenstein, que tuvieron una actuación destacada durante las guerras contra los husitas. La traza actual es de estilo renacentista. El edificio sufrió dos incendios devastadores, en 1770 y 1926, que estuvieron a punto de destruirlo en su totalidad. Durante 1938 se utilizó como cuartel del ejército checo. Tras la liberación en 1945 el castillo estuvo prácticamente vacío. En la actualidad se están llevando a cabo obras de restauración y mantenimiento.

Exterior del castillo (Entrada principal) 3 de julio de 2010

Exterior (Foso y entrada principal)


Trabajos de mantenimiento y restauración (Entrada principal) 15 de julio de 2010

Trabajos de mantenimiento y restauración (Lienzo este)

Patio y arcada renacentista

Patio (Lienzo sur)

Exterior (Lienzo oeste)




La iglesia de la localidad está dedicada a San Miguel. En un principio fue iglesia protestante, pero en el siglo XVI, tras la batalla de la Montaña Blanca, fue convertida en iglesia católica. En 1906 sufrió uin incendio, por lo que la torre tuvo que ser reconstruida en su totalidad, pero siguiendo los planos originales. En su interior destacan las pinturas de Sebastini, el púlpito, el órgano y, especialmente, una escultura de la Virgen María traída a Branná por un caballero de la orden de Malta (1521).


domingo, 11 de julio de 2010

Las proclamaciones reales (La proclamación de Luis I)

La proclamación real de Luis I fue la más problemática de todas las proclamaciones reales que se celebraron en la ciudad de Ávila. El conflicto enfrentó al Concejo y al cabildo catedralicio, por un asunto de protocolo: cuántos individuos del cabildo debían salir a recibir a la Ciudad en el acto de levantamiento de pendón que se celebraba en la catedral de la ciudad.
Como en toda proclamación, la primera noticia oficial que se tuvo en la ciudad del ascenso al trono del nuevo rey, fue la notificación que proveniente de la Corte, se recibe en el ayuntamiento de la ciudad. La notificación oficial, expedida el 28 de enero de 1724, se recibió el día 1 de febrero. En dicha comunicación se ordenaba levantar "en esa ciud los pendones pr mí y en mí rl nonvre y se ejecuten las demás ceremonias q en semejantes casos se an acostumbrado"
[1].
Una semana después, se comisionó para el arreglo de la función a los regidores Don Juan Ignacio de Chaves y Don José de Lesquinas y Navarro, visitando al cabildo de la catedral, para que "dispongan lo que tubieren pr conveniente a su calidad", y no faltaran "a ninguna ceremonia de convites y visitas para la mayor solemnidad"
[2]. A la vez, se escribió al marqués de las Navas y al marqués de Albaserrada invitándoles a los actos[3].
Días más tarde, el 19 de febrero, una comisión del cabildo, formada por Don Francisco de Pereda y Don José Alfonso de Balboa, comunicaba al Concejo que el cabildo de la catedral "estava prompto para ejecutar qto conviniese a la mayor solemnidad del acto de la santta iglesia catedral según el estilo, franqueando el sitio necesario y las demás cosas que se ofrezieren a la ziud"
[4]. En esta misma sesión, el Concejo tuvo por "muy plausible quanto la ziudad ejecutó" en la proclamación de Felipe V[5].
Posteriormente, el Concejo abulense, reunido en sesión el día 4 de marzo, acordó que la proclamación debía realizarse de acuerdo a una concordia firmada en el año 1666 entre el Concejo de la ciudad y el cabildo catedralicio. La comunicación al cabildo se hizo el día 16 de marzo, y los comisarios municipales dijeron que esperaban que saliera "todo el cavildo a rezivirla a la puerta de Poniente". El comisario del cabildo Don Francisco de Pereda defendió que eso iba "contra lo practicado en esta función, y en la que se celebró en el año mill y setecientos... en las quales sólo havían salido a dho recibimiento dos señores dignidades, dos sres canónigos y dos señores racioneros, según constava de las actas capitulares y papeles insertos en ellas"
[6]. Además, el arcediano de Olmedo, Don Antonio Fernández de Traba, comunicó que había visto la concordia, y que habiéndose firmado "un día antes de la función (de proclamación de Carlos II) que se celebró en él, sólo havían salido los seis señores a dho recivimto, de lo que se reconocía haverse entendido así claramte la palabra en que la ciud fundava su pretensión respecto de haverse practicado en dha forma en aquel acto y el sigte del año mill y setecientos". Tras estos informes, el cabildo resolvió que sus comisarios fueran a comunicar al Concejo que estaban dispuestos a "executar por su parte todo quanto se practicó en el último acto de lebantamto de pendón... sin hacer novedad ni faltar en cosa alguna"[7]. La comisión del cabildo participó, en reunión consistorial de 18 de marzo, que el cabildo "concurriría... al rezibimiento del estandarte y acompañamiento", pero siempre manteniendo lo acostumbrado: "dos dignidades, dos canónigos y dos razioneros"[8].
El Concejo no aceptó la explicación del cabildo, y en la sesión del día 23, los comisarios municipales defendieron que si la concordia del año 1666 no se había practicado en la proclamación del rey Felipe V, había sido por "no haver tenido presente entonces dha concordia e ignorar su contenido". Además, los comisarios municipales añadieron que el cabildo debía concurrir a las funciones de proclamación de los monarcas: "con más especialidad que en otras que se ofrecen a la ciudad, haciendo en ella maiores demostraciones", debido a lo singular de ella y a la obediencia que debía seguirse a la Cédulas Reales que ordenaban la celebración de dichas funciones. Además, el Concejo sólo deseaba celebrar la función "con la maior autoridad correspondiente a ella"
[9].
Ninguna de estas razones convenció al cabildo, y así, el cabildo acordó celebrar la función como se hizo en los años 1666 y 1700, pues si hubiese "alguna duda azerca de dho recivimto era innegable haver quedado resuelta por lo practicado en dhos dos actos... y que lo contrario era intentar novedad por parte de la Ciudad"
[10].
Ante el bloqueo creado y la falta de entendimiento entre ambas corporaciones, el Concejo, en sesión de 24 de marzo, acordó realizar una consulta sobre el particular al rey, para lo que escribió sendas cartas al marqués de Miraval, gobernador de Castilla, y al marqués de Albaserrada para que "soliciten en nomre de la Ciud el mejor éxito desta dependencia"
[11].
La carta al rey fue escrita por Don José de Bullón y enviada el día 26 de marzo. En la carta se pedía que el cabildo concurriera en pleno a la función de levantamiento del estandarte real, fundando su petición en la concordia referida.
La respuesta del Consejo de Castilla, a través del fiscal Don Francisco Velásquez zapata, se recibió el día 1 de abril. En la carta se reseñaba que había producido extrañeza que en una ocasión tan señalada, el cabildo no estuviera dispuesto a concurrir en pleno al recibimiento del estandarte real y añadía que con la presencia de la totalidad del cabildo en dicho recibimiento, la función se dignificaba aún más. Asimismo, el Concejo de Castilla determinó que el precedente de la proclamación de Felipe V no debía ser tomado como modelo, pues la proclamación se realizó con urgencia para mostrar el apoyo del pueblo y las ciudades al nuevo monarca, no habiendo tiempo para reparar en ceremonias. Por otro lado, no era igual el recibimiento en una proclamación real que en las exequias reales, razón esgrimida por el cabildo en su razonamiento, pues la concordia especificaba que el número de prebendados que debían asistir a tales funciones no debía ser el mismo. Por ello, el Concejo e Castilla deseaba que el cabildo "se allane a lo que tan justamente está concordado entre ambas comunidades, sin yntentar la nobedad que pretende, que siempre son mui perjudiziales y ocasionan los disturbios ajenos de la buena correspondencia que entresí deven conservar y mui ynpropios en la presente celebridad". Al mismo tiempo, en caso de no avenirse a lo ordenado, el Consejo de castilla amenazaba al cabildo con poner el asunto en conocimiento y decisión real, "para que se sirba tomar las providenzias más justas y convenientes"
[12].
Días después, el 11 de abril, el Ayuntamiento abulense recibió una misiva del Consejo de Castilla en la que se le informaba que de los libros consistoriales debían compulsarse "los acuerdos q en ellos se encontraren pertenecientes al modo de dho rezivimto y el numo de prebendados y concurrieron a él", y en especial de lo que se realizó en el acto de proclamación del rey Carlos II. La carta advertía que debía estar presente en la compulsa de los documentos un representante del cabildo catedralicio
[13].
Antes de llegar a la compulsa de documentos el obispado de Ávila intentó solucionar el problema. El segundo día de Pascua, miembros del Concejo y prebendados del cabildo realizaron una visita protocolaria al obispo de la ciudad. En esta visita se aprovechó para tratar el asunto de la función de proclamación. Se explicó al obispo en qué consistía la pendencia y cómo se encontraba el litigio. El obispo abulense comunicó al regidor Don Diego de Villalba que "deseava q dos comunidades de tanto lustre y que siempre avían estado unidas se conservasen uniformes en todo, y que de oficio propio lo avía dado a entender al cavildo, qn mediante se rrepresson avía resuelto resignarse en su voluntad, haciéndole dueño de la actión respecto de que su Illma se allava enterado de lo que cada comunidad solicitaba"
[14]. Diego de Villalba informó al Concejo, reunido en sesión el día 20 de abril, de lo tratado con el obispo. El Concejo acordó que los regidores Don Juan Terán y Don José de Bullón visitaran al obispo y expresaran "su deseo en complacerle y rreconozcan los medios que propone pa que zesen litigios, pues siendo proporcionados, ya que no se puedan de positivo apetecer, se pueda, a lo menos, noticiarlos al Rl Consejo"[15]. La reunión entre el obispo, representantes del Concejo y representantes del cabildo se produjo el día 21 de abril, y no se pudo llegar a ningún acuerdo, pues, según dijo el Concejo, aunque en el recibimiento, asetaba el obispo, estaría presente todo el cabildo, "todavía en el resto de la función que se avía de hacer dentro de la yglesia y proclamazón de su mgd enarbolando un pendón se disminuya y desfigurara lo spresado en la concordia". Por tanto, la Ciudad no podía, "pr interesarse en él la mgd", ceder en cosa alguna, si no era con la aprobación o tolerancia de la propia persona real. Así las cosas, el Concejo determinó tener una nueva reunión con el obispo y pedirle por escrito la proposición expresada, asegurando su cumplimiento por parte del cabildo, y enviar dicho escrito al Consejo, última instancia que debía aceptar lo convenido. La reunión se llevó a cabo, pero, como la anterior, fue un fracaso. El cabildo ratificó lo concertado en la mediación episcopal, mientras que el Ayuntamiento defendió su postura de enviar el acuerdo al Consejo. Ante esta situación, los comisarios del cabildo, entendiendo la "desigualdad con que se caminaría no resolbiéndose la Ciudad a la voluntad del sr obpo como lo executó el cavdo" y considerando que no "no serviría de nada tan azertada mediación, quedando sujeta a los embarazos y dilaciones de los recursos al Consejo", decidieron que "no devía proseguir en las conferencias mientras no se allanase con dhos comisarios de la Ciudad este embarazo"[16]. Por tanto, reunido el cabildo catedralicio el día 28 de abril, acordó no continuar con las conferencias y proseguir en el recurso al Consejo[17].
Los documentos compulsados fueron enviados al Consejo, envío que fue comunicado al Concejo por los comisarios del Consistorio en la junta del día 6 de mayo. El fiscal del Consejo envió una carta al Consistorio de la ciudad, con fecha de 31 de mayo, en la que informaba del recibo de la compulsa y de lo resuelto por el Consejo. En una Cédula Real, de fecha 25 de mayo, se informaba a los litigantes que la función de "rl obsequias, como en la proclamzón y alzarse el pendón, ahora y en adelante, observéis y guardéis el asunto y papel de concordia de veyntte y dos de henero de dho año de mill seiszientos y sesenta y seis", concordia y acuerdo que se "halla ynserto en los libros capitulares de esa ziud"
[18].
La Ciudad estableció que sus comisarios pasaran a informar al cabildo del recibo de esta comunicación. La comisión municipal informá al cabildo el 8 de junio. En una junta inmediata el cabildo respondió que "la obedezía con el respecto devido como cartta y horden de su rey y señor natural... y por lo que mira a su cumplimto por ttener como tiene pendiente antte su magd Dios le gde, la representazón en que se allará con gustosa, respetosa resignazón a ttodo quantto su magd se digna mandarle... y a salir en su consequenzia todo el cavildo a rezibir el real estandarte, no obstante de no haverse practicado en esta forma, pues haze juizio de que nada alcanza a ttan devido obsequio y al que desea esta santa yglesia profesar a las ynsignias rs en prueba de su reconozimto inmutable, amor y fidelidad, poniendo sólo en la considerazión de su magd el inconbeniente de que al mismo tpo baia el correxor presidiendo en el lugar a toda una comunidad eclesiástica congregada prozesionalmte con bestiduras sagradas dentro de su yga para funzión puramte eclesiástica como lo es la bendizión del real estandarte, arreglada al ritual romano, sin tener ejemplar alguno en estos reinos en concurrenzia de las dos comunidades llenas, ni en la presentte antte sí mui diberso en que se le señala el que es devido a su carácter sin detrimentto de la preheminenzia de la yglesia y ejecutándose la funzón real con toda la soberanía que previene su magd de cuia relixiosa católica piedad espera la resoluzón que fuere más de su real agrado, suspendiendo enttre tantto como deve la exón desta real zédula", y pidieron "tantto autorizado de ella y esta notificazón y su respuesta que dieron"
[19]. Una vez conocida la respuesta del cabildo, el Concejo, reunido el mismo día 8, acordó que "según la respuesta ynsertta pareze podrá dilatarse el actto de lebantamto de estandartte, para q no se atribuia la suspensión a la Ziudad"[20].
Pocos días después, el 13 de junio, se leyó una carta del fiscal, fechada el día 10, en la que éste comunicaba "llevar a el relator para determinar lo conveniente". Posteriormente, en reunión del día 1 de julio, el regidor Don Diego de Villalba presentó una Cédula Real que le "le remitió el agte de la Ziud en que se revalida y confirma la rl resolución q consta de otra rl zédula ynserta en estos libros echa saber al cavdo"
[21]. En el mes de agosto, concretamente el día 8, el Concejo volvió a tratar el asunto, y se leyó una carta del fiscal del Consejo, redactada el 26 de julio, en la que se señalaba que el asunto no se había seguido tratando "pr las yntercadencias que a tenido".
[1] A.H.P.Av. Actas Ayunt., Libro núm. 113, fols. 19-19v.
[2] Ib., fol. 24v.
[3] El marqués de las Navas, alférez mayor de Ávila, estaba de embajador plenipotenciario en la paz de Cambray, por lo que no podía asistir a la función, en Ib., fol. 25.
[4] Ib., fol. 42v.
[5] Ib., fol. 43.
[6] A.C.A. Actas cap. Año 1724, fol. 23v.
[7] Ib., fol. 24.
[8] A.H.P.Av. Ib., fols. 64-65v.
[9] A.C.A. Ib., fols. 26-26v.
[10] Ibidem.
[11] A.H.P.Av. Ib., fol. 72v.
[12] Ib., fol. 80.
[13]Ib., fol. 93. Otra carta similar fue enviada al cabildo catedralicio abulense. Los representantes ewlegidos por el cabildo fueron: Don Juan Antonio de Gorbea, canónigo rectoral, y Don Ignacio de Emparán, canónigo; en A.C.A. Ib., fols. 33-34.
[14] A.H.P.Av. Ib., fol. 96.
[15] Ib., fol. 97.
[16]
[17] Ib., fols. 40-40v.
[18] A.H.P.Av. Ib., fols. 117-117v.
[19] Ib., fols. 120-120v.
[20] Ib., fol. 121.
[21] Ib., fol. 125.